9 enero 2023. Por Armando Palau Aldana. El camino de la crítica como una forma de descubrir el sendero de la verdad, no es un ejercicio personal de divinización, es una aptitud de lucha y de supervivencia, es una decisión de vida que se ejecuta sin la aprobación de los demás, aunque los réditos de esa determinación favorezca precisamente al resto de la sociedad, porque reclamar espacios para la vida y particularmente defender elementos indispensables para la supervivencia es un derecho difuso que se ejerce sin el permiso de los otros ni legitimación alguna.
La lucha por la defensa y protección de los intereses colectivos relacionados con el entorno y su oferta de recursos naturales, incluida la fauna silvestre y no la animalización humanizada, es un propósito que requiere íntima convicción política y filosófica, tejida con las filigranas del conocimiento y una pizca de inteligencia, invocadas con el ímpetu de la impertinencia y también de la paciencia o de la impaciencia.
La encrucijada de la confrontación con el establecimiento del cual también hace parte la familia construida con valores arcaicos que no se ponen en remojo, se nutre de unas pocas alianzas sin alforjas, de invisibles lazos de fraterna lealtad y amistad sin vínculos ni lazos de sangre. Ese cotejo con pocas flechas en la cerbatana rinde poco, se levanta con la lentitud y el temple de la palma y la exigua germinación de sus derramadas semillas.
A veces la batalla exhala la espuma de los acontecimientos con un eventual éxito retroalimentando la diminuta cantimplora de la constancia y el esplendor del estoicismo. No es el escenario deseado, pero resulta pertinente saber que estos menesteres no son cosa de multitudes. Cuando ello sea así es bastante probable que rinda el esfuerzo, pero la realidad de los intereses propios, de la comodidad del confortable sosiego y del culto a la personalidad, así como la afanosa búsqueda de fama, dinero y poder que se torna irrenunciable en los protagonistas del periplo de la política y la gobernanza, nos aterrizan en la lejana visión de la lucha mancomunada.
Antonine Artaud, el poeta francés promotor del teatro de la crueldad, en su fascinante obra Le Pèse-Nerfs (1925) escribió: “Es así que las pocas personas raras y lúcidas bien dispuestas que han tenido que luchar en la tierra se encuentran a ciertas horas del día o de la noche en la profundidad de ciertos estados de pesadilla auténticos y en vigilia, rodeados por la formidable succión, la formidable tentacular opresión de un tipo de magia cívica que pronto se verá abiertamente en el comportamiento social“.
Cali, 9 de enero de 2023.
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