12 abril 2019 Por Osvaldo Rosales: “…el deterioro del multilateralismo comercial y la politización del comercio y de las inversiones, a propósito de las disputas EE.UU.-China, amenazan con traer la guerra fría del siglo XXI a nuestra región…”.
La visita del secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, exdirector de la CIA, acontece en plena guerra comercial con China. Este es el principal evento de política internacional que nos acompañará por décadas: la competencia entre EE.UU. y China. Estados Unidos inició esta guerra comercial alegando desbalance comercial y acusando incumplimiento chino de sus compromisos en propiedad intelectual. Los instrumentos que ha utilizado EE.UU. vulneran los pilares de la Organización Mundial de Comercio (OMC), sus propios acuerdos de libre comercio y se enmarcan en un sello proteccionista y de asedio al multilateralismo.
La guerra comercial, en rigor, es una guerra tecnológica. EE.UU. combate la iniciativa Made in China 2025 y bloquea el desarrollo de Huawei, el mascarón de proa de la internacionalización de las empresas chinas. Varios de los ambiciosos objetivos de Made in China 2025 suponen un exitoso despliegue de las redes 5G y de la internacionalización de Huawei. La presión que EE.UU. ejerce en sus aliados de Europa y Asia para que bloqueen el acceso de Huawei al tendido de sus redes 5G se basa en argumentaciones genéricas, no suficientemente comprobadas, y en fallas de sus equipos que también las comparten otras marcas occidentales, incluida Apple.
Huawei hoy lidera el desarrollo de las redes 5G. Estas redes inalámbricas ultrarrápidas (40 veces más que 4G) son claves en las tecnologías disruptivas que moldearán las políticas públicas de las próximas décadas. Big Data, Inteligencia Artificial, Internet de las Cosas, computación cuántica y robótica avanzada favorecen la electromovilidad, vehículos autónomos, energías renovables no convencionales, telecirugías, ciudades inteligentes, combate al cambio climático, entre otras. La construcción y gestión de las redes 5G es hoy el principal campo de batalla por la hegemonía tecnológica del siglo XXI: capitalismo de los datos; economía digital basada en el más amplio stock posible de datos conectados y procesados.
Está en el interés de la comunidad internacional que esta disputa competitiva se enmarque en reglas multilaterales, privilegiando el diálogo, la negociación y la cooperación entre las dos potencias, evitando el conflicto directo o larvado. Justo cuando el FMI rebaja sucesivamente las proyecciones de crecimiento de la economía mundial y la OMC lo hace con las de comercio, un escenario de conflicto afectará aún más la inversión y el comercio internacional, el despliegue de las cadenas de valor e introducirá un factor de volatilidad e incertidumbre económica y financiera que podría acompañarnos por años.
Bloquear el desarrollo de Huawei retrasará la difusión de las redes 5G, postergando el despliegue de sus innumerables aplicaciones. Si EE.UU. persiste en ello, la guerra comercial devendrá en franca guerra tecnológica. Si algunos países en desarrollo caen en la trampa de hacerle el juego a EE.UU., perderán autonomía en sus decisiones de comercio e inversión, limitando sus posibilidades de crecimiento. El riesgo de alinearse con las políticas de Trump será mayor en aquellas economías exportadoras de materias primas que tienen una relación comercial fuerte con China, pues ello no solo implicaría demorar en varios años el ingreso a la era 5G y sus aplicaciones en economía y sociedad, y por razones no económicas ni autónomas, sino también podría inducir represalias comerciales directas o indirectas. En nuestro caso, exportaciones de cerezas, salmón, maderas, frutas y vinos podrían verse afectadas.
Para Chile, el mejor escenario es uno donde el comercio y las inversiones respondan a un conjunto de reglas concordadas multilateralmente. En esas reglas deben participar por cierto ambas potencias. Ausencia o debilitamiento de reglas significa predominio del poderoso y atropello a los más débiles. Alinearse con posturas proteccionistas que cuestionan el multilateralismo no parece un buen negocio para economías pequeñas que dependen tanto del comercio exterior.
El deterioro del multilateralismo comercial y la politización del comercio y de las inversiones, a propósito de las disputas EE.UU.-China, amenazan con traer la guerra fría del siglo XXI a nuestra región. América Latina no debiera permitirlo. Ello sería un error estratégico y geopolítico de consecuencias incalculables, amén de introducir ruido y volatilidad en nuestro comercio exterior e inversiones, dado que China ya es un socio comercial destacado de la región.
"¿Y Colombia continuará estancada en la era oscurantista uribista y en la cultura traqueta?" - Augusto Castro Mejía MD