23.7.20

Reactivación Económica - Disertaciones del Crepúsculo

19 junio 2020. Por Armando Palau Aldana. Mucho se ha hablado de los efectos de la emergencia sanitaria causada por el Coronavirus, fundamentalmente por el fuerte confinamiento de la población que ocasionó -por ejemplo- la desaceleración de la economía local. Ciertamente la dinámica de pequeños y medianos comerciantes pareciera ser uno de los mayores afectados, sumado al cierre de muchas empresas medianas y el desempleo que esto genera, que se estima está superando en el país el millón de personas cesantes.

Se está entonces incrementando el empobrecimiento de los sectores populares y medios, cristalizando la consecuencia del capitalismo salvaje cuyo recetario conlleva al crecimiento de la pobreza y a la concentración de la riqueza en sectores cada vez más reducidos, mayor pobreza para los pobres y mayor riqueza para los ricos, con el agravante de ser cada día más los pobres y menos los ricos.

Por supuesto que el acumulado de los efectos de la propiedad privada en la historia de la humanidad se perpetua bajo el modelo de un estimulado consumismo e incrementa el ego que deambula falsamente por las cadenas de la acumulación y el desecho. “Úselo y Tírelo” llamó uno de sus libros Eduardo Galeano, lo que por las redes sociales se conoce como la obsolescencia programada, porque para mantener la dinámica del crecimiento económico el consumo se caracteriza por una duración cada vez más corta de los artículos.

Se piensa y se comenta, que esta crisis sanitaria nos pone en evidencia la necesidad de cambiar el modelo económico, pero quienes tienen la posibilidad de direccionar este cambio nos meten en la perspectiva de la reactivación de lo existente ajustándolo a las circunstancias del momento, tienen los instrumentos para ello, cuentan con la alianza de la dirigencia estatal que fortalece el pie de fuerza militar para controlar y someter al grueso de la población. No lo digo para desanimarnos sino para tener una mayor conciencia.

Las cifras del Ministerio de Hacienda indican que por impuestos se recaudó en Colombia el año pasado ciento cincuenta y siete billones (trece más que el antepasado). La retefuente aportó cincuenta y dos, mientras que el IVA contribuyó con treinta y siete billones, el comercio exterior solo puso veintiséis. Para el dos mil diecinueve el presupuesto de la nación fue de doscientos cincuenta y nueve billones, destinando ciento sesenta para funcionamiento.

Estos guarismos nos evidencian que la burocracia estatal es muy costosa, que al análisis comparativo nos muestra diferencias muy altas entre los salarios de los cargos de alto nivel y los servidores operativos. También nos indican que los contribuyentes aportamos el sesenta por ciento del presupuesto nacional, pero no tenemos la misma retribución, porque la atención del gasto militar corresponde para este año a casi treinta y seis billones para sostener un pie de fuera de más de medio millón de efectivos. Este rubro es el más alto de la región continental, también es superior a salud y educación. Esto nos muestra que las condiciones para vigilar reprimir y someter a la población son de mayor interés para el gobierno que la satisfacción de las necesidades básicas de las comunidades.

Contrario a estos indicadores, se afirma también que los microempresarios mueven el noventa por ciento de la economía local, pero no obtienen los mismos réditos por parte del gobierno nacional, mientras que los bancos obtuvieron el año pasado once billones de utilidades, siendo los de mayor respaldo durante esta emergencia sanitaria por parte de la Presidencia, en vez de fortalecer al estatal Banco Agrario y articularlo con las entidades oficiales para que el dinero no genere rendimientos que queden en unas pocas manos, sino excedentes sociales.

Tenemos que pensar en la atención real y la búsqueda efectiva del bienestar general, para que se cambie el destino de los rubros y de las partidas estatales, no estamos hablando de asistencialismo sino de redistribución del gasto, porque si el grueso de la población con los tributos a sus compras por retención en la fuente e impuesto al valor agregado aporta las dos terceras partes de los ingresos de la nación, no pueden seguir siendo los beneficiarios unos pocos que rompen el principio constitucional de solidaridad.

En esta dinámica debemos favorecer entre otros la seguridad y soberanía alimentaria, para estimular la producción nacional y la agricultura, favoreciendo a sectores perseguidos como el campesinado, con intercambio y recolección de semillas ancestrales terminando el monopolio de los organismos genéticamente modificados que tanto daño causan al entorno y a nuestros recursos naturales, por supuesto a nuestra salud.

La dinámica de fortalecer la convivencia económica de toda nuestra población, como meta para cambiar el excluyente modelo económico que persiste, es uno de los retos para que la economía este en favor de la gente y no al contrario.