24.9.24

ARMANDO PALAU ALDANA
Disertaciones del Crepúsculo
¡En paz o en guerra con la naturaleza!

Armando Palau Aldana, Cali, 23 de septiembre de 2024


La página oficial colombiana de la COP16 dice en su portada: “Al igual que la flor eterna de Inírida, los colombianos hemos aprendido las claves de la resiliencia para alcanzar una paz duradera en los territorios más excluidos del país y en aquellos con mayor riqueza natural. La COP16 no es simplemente una cumbre, es el camino que nos permite movilizarnos a nivel global hacia este propósito común”, los hechos demuestras lo contrario.

Tal como lo advertí en mis Disertaciones, se anunció por las ministras de ambiente y agricultura el reconocimiento de Zonas de Reserva Campesina dentro de Reservas Forestales Nacionales, so pretexto de reconocer el papel del campesinado en la protección de la biodiversidad, para desarrollar una política de agroecología y hacer sistemas de producción y consumo de alimentos, que implica remoción de bosques de reserva.

Los campesinos no se alimentan con la madera de los bosques, por ello la iniciativa ministerial es un atentado contra la biodiversidad y aleve ataque a la naturaleza, en el marco de cambio del gobierno nacional a la política agraria en Colombia reconociendo formalmente las zonas de reservas campesinas dentro de áreas protegidas contra la deforestación, consumando el punible de “Daños en los recursos naturales y ecocidio”.

No se trata de una mera opinión, el Ecocidio está consagrado desde el 2021 en el Código Penal como el punible de destrucción, inutilización, desaparición o causación de impacto ambiental grave o daño a los recursos naturales, siendo pertinente acudir a la Fiscal General para que aborde e inaugure la Unidad Nacional de Fiscalías de Delitos contra los Recursos Naturales y Medio Ambiente, con poquísimos registros judiciales.

De todos modos la Ley 2111 que penaliza la deforestación, contiene patente de corso al tipificarla para quien incumpliendo la normatividad existente tale, queme, corte, arranque o destruya áreas iguales o superiores a una hectárea continua o discontinua de bosque natural, es decir, aquellas deforestaciones menores a 10 mil metros cuadrados están exentas del hecho punible. ¡Así legislan nuestros congresistas!

Una crítica sin propuesta es como un callejón sin salida, por ello debe retomarse la Sentencia SU-288 de agosto de 2022 de la Corte Constitucional, que justipreció que mediante ilegales procesos de prescripción de baldíos se ha facilitado el despojo, la excesiva concentración de la propiedad rural y la apropiación indebida, afectando los derechos de acceso a la tierra del campesinado especialmente mujeres.

La Corte precisó como abrebocas al nuevo gobierno, que los pequeños y medianos campesinos son mayoría en el sector rural, pero tienen en su poder la menor cantidad de tierra, pues solo el 18% de la tierra de propiedad privada inscrita en el catastro es del 75% de propietarios que tienen en su poder microfundios, minifundios y pequeña propiedad, corroborando la privatización de alrededor de 1 millón de hectáreas.

Es en estos predios usurpados en donde se engrosa la ganadería, que deben recuperarse para las Zonas de Reserva Campesina, en donde en vez de pastizales deben levantarse cultivos para la seguridad y soberanía alimentaria de nuestro campesinado como gestión hacia la paz y no el atentado contra la biodiversidad que envuelven las reservas forestales nacionales y regionales, en guerra secundada desde los ministerios.

No puede el gobierno arrojar a nuestros campesinos a ser sujetos de delitos contra los recursos naturales incrementado la violencia del desplazamiento, para que luego su niñez pregunte donde está ladrillo: “Allá en la Penitenciaria / Ladrillo llora su pena, / cumpliendo injusta condena / aunque mató en buena ley. / Los jueces lo condenaron / sin comprender que Ladrillo / fue siempre bueno y sencillo, / trabajador como un buey”, tanto que compusieron Caruso y Filiberto en 1926.



Sociedad civil, soberanía popular y ambientalismo - Disertaciones del Crepúsculo


Cali, 15 de septiembre de 2024. Por Armando Palau Aldana. Sobre sociedad civil es necesario disertar desde distintas perspectivas, concordamos por ejemplo, que Gaitán al referirse al país nacional para diferenciarlo del político, retomó la idea de Gramsci sobre estas formas de vida social de la ciudadanía más allá de las reguladas por las funciones del Estado, quien a su vez bebió de las nociones que al respecto discutieron Ferguson, Smith y Hegel, para quienes la sociedad civil abarca lo público no estatal.

En tiempos de la crisis provocada por los contradictores del gobierno de Samper, el Consejo Gremial pretendió llevar la vocería de la sociedad civil colombiana, sin consultar la opinión ni las necesidades de las comunidades populares; mientras que la triada Estado, sector privado y sociedad civil logró su separación en la pieza legal que enunció el Sistema Nacional Ambiental, aunque con el yerro de poner a la cabeza al gobierno nacional por medio del ministerio de ambiente.

Tan evidente es este yerro, que las audiencias públicas como instancias de participación previas o concomitantes a las licencias ambientales, no tienen el carácter legal de determinantes ni deliberantes, desconociendo el mandato constitucional de exclusiva soberanía popular, por lo cual se aferra la figura de monopolio del poder gubernamental bajo el esquema de la democracia representativa, que emanan como función pública desde el poder popular.

Ahora bien, esa soberanía popular esta hermanada con el propósito constitucional de fortalecer la unidad de la Nación asegurando la vida, la convivencia, el trabajo, la justicia, la igualdad, el conocimiento, la libertad y la paz, en un marco jurídico, democrático y participativo que garantice un orden político, económico y social justo, facilitando los roles económicos, políticos, administrativos y culturales de la Nación para mantener la integridad territorial.

En contravención de este contexto jurídico, se ha anunciado por parte de las ministras de ambiente y agricultura el reconocimiento de Zonas de Reserva Campesina dentro de Reservas Forestales Nacionales, so pretexto de reconocer el papel del campesinado en la protección de la biodiversidad, la conservación de la naturaleza y el cuidado de los bienes comunes, para desarrollar una política de agroecología y hacer sistemas de producción y consumo de alimentos.

En nuestro accionar judicial ante el Consejo de Estado para la protección de reservas forestales nacionales, se puso de presente por parte del alto tribunal que solo cuando por razones de utilidad pública o interés social, sea necesario realizar actividades económicas que impliquen remoción de bosques o cambio en el uso de los suelos o cualquiera otra actividad distinta del aprovechamiento racional de los bosques, la zona afectada deberá ser previamente sustraída de la reserva.

La sustracción de una reserva forestal requiere una compensación, actividad que lesiona la continuidad que necesita la biodiversidad, ello está ordenado en el Código de los Recursos Naturales, precepto que no puede ser modificado ni derogado por un decreto reglamentario presidencial, siendo el camino lograr que una parte de los 38 millones de hectáreas de potreros donde pastan los 25 millones de cabezas de ganado de los terratenientes suplan la agricultura campesina.

La iniciativa ministerial es un evidente y abultado atentado contra la biodiversidad y es aleve ataque a la naturaleza, a la que se le hace una espuria promesa de paz en medio del falso espectáculo de la COP16, es decir, cada vez se ponen de presente las incongruencias gubernamentales en materia ambiental y agrícola, que desde el activismo ambientalista arengamos con mirada crítica en defensa de la Pachamama y el respeto por todos los seres vivos de fauna y flora.

Esta doble moral me recuerda el tango “Al mundo le falta un tornillo” (1933) de Aguilar y Cadícamo, que dice: “Hoy se vive de prepo / y se duerme apurao. / Y la chiva hasta a Cristo / se la han afeitao... / Hoy se lleva a empeñar / al amigo más fiel, / nadie invita a morfar... / todo el mundo en el riel. / Al mundo le falta un tornillo / que venga un mecánico... / ¿Pa' qué, che viejo? /Pa' ver si lo puede arreglar”.


13.9.24

COP Divergente - Convocatoria e Inscripción - https://forms.gle/MQoLwzEa17zKaw4f6


En el Centro de Eventos Valle del Pacífico, se realizará durante 12 días (21 octubre al 1° noviembre), la “Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica” COP16., como “un llamado a salvar la naturaleza” y “salvaguardar la biodiversidad”. A pesar de su lema “COP16 Paz con la naturaleza”, allí se prepara un episodio más de la mercantilización de la naturaleza y de nuestra diversidad cultural y biológica, contra los derechos de exclusiva soberanía de nuestros Pueblos.

Discrepamos de esta Conferencia. Dentro de la programación oficial de la COP16, funcionará una “Zona Azul” como punto neural de las negociaciones sobre “biodiversidad” y “sostenibilidad” por los países miembros, organizaciones intergubernamentales y transnacionales, en la actualización de sus Estrategias y Planes de Acción Nacionales sobre Biodiversidad. En estas negociaciones están las grandes ONGs Verdes financiadas por las trasnacionales, como WWF y otras como Conservación Internacional y The Nature Conservancy, que reciben fondos de grandes empresas, incluyendo mineras y petroleras.

Estas Estrategias y Planes mercantilistas fueron delineados en el Marco Global sobre Biodiversidad Kunming-Montreal suscrito en la COP15 (diciembre 2022, Canadá), que es el instrumento de implementación de la Convención en los países miembros para la planeación de la diversidad biológica; que busca establecer un mecanismo multilateral para fijar una distribución financiera de los beneficios del uso de la información de secuencias digitales sobre recursos genéticos; que es el insumo de la biotecnología farmacéutica y del mercado agroquímico; también de armas biológicas y patógenos, contra las luchas de los pueblos, por parte de las grandes potencias del norte global, a nombre supuestamente de “la paz y la democracia”.

Funcionará como parte de los eventos oficiales, una “Zona Verde” en Bulevar del río Cali. Se anuncia que será un espacio para fomentar la participación de la sociedad civil, organizaciones no gubernamentales y sector privado, interesados en la “protección y conservación de la biodiversidad”, el intercambio de conocimientos y experiencias, para inspirar acciones, dicen, de conservación e intervención ciudadana en la toma de decisiones ambientales. En realidad, la “verde” es una zona que rememora al Coliseo Romano donde se dispensaba pan y circo para la plebe, como mercado para el tráfico de ilusiones y de ingenuidades, una farándula de espejitos luminosos que el gobierno nacional promueve demagógicamente en espacios de las comunidades citadinas y rurales, indígenas, afrodescendientes y campesinas. 

En consecuencia, CONVOCAMOS a la COP DiverGente - Cumbre Ambientalista Ciudadana y Autónoma, e invitamos a este debate a ambientalistas y organizaciones sociales, a los Pueblos étnicos, a los académicos e investigadores. ¡Bienvenidos todos los aportes! Desde la divergencia, las siguientes Organizaciones Ambientalistas, emplazamos a esta COP DiverGente: Fundación Biodiversidad, Poder Negro, Salvemos Gorgona, Indepaz, Acción Colombiana por la Soberanía Ambiental - Acolsam, Fundación Pangea, Magma, Grupo de Derecho y Política Ambiental de la Universidad Nacional (Bogotá), Red Juvenil de la Amazonía, Ekoinc, Fraternales y Revolucionarias, Huella de Agua, Ideó, el Grupo de Pensamiento Ambiental Sur “Augusto Ángel Maya” de la Universidad Nacional (Manizales), Escuela Sindical y Popular Raúl Eduardo Mahecha y los movimientos y organizaciones ambientalistas que deseen sumarse. 

La COP DiverGente en Cali será epicentro del análisis y la crítica, durante dos días de conversatorios (sábado 26 y domingo 27 de octubre), versus los 12 días de negocios del Establishment. El temario para estos tres días se viene construyendo de común acuerdo por los convocantes. Como parte de la defensa de la biodiversidad y de la exclusiva soberanía popular, está prevista la discusión sobre: 30 años de Negociaciones de Biodiversidad Tropical, Ecosistemas en la disputa geopolítica, Base Militar y Biodiversidad en Gorgona, Modelo agropecuario azucarero, Extractivismo Minero y transiciones energéticas, La Guajira – Falsas Soluciones Energéticas, El Río Magdalena: caracterización de las cuencas hidrosociales y estrategias para su recuperación y conservación, Soberanía y seguridad alimentaria y nutricional, Deuda y mecanismos de financiación de la naturaleza, Intervención Extranjera en Amazonía, entre otros.

La temática central será abordada en plenaria mañana y tarde del sábado 26, y cinco Mesas de Deliberación agruparán estos temas y otros más que los asistentes concierten, en la perspectiva de consensuar una Declaración y una Agenda Ambientalista Alternativa. Quienes deseen participar deben inscribirse previamente en https://forms.gle/MQoLwzEa17zKaw4f6

La Cumbre Divergente busca acercar expresiones que hoy luchan por resolver problemáticas ambientales; abriendo un gran espacio de reflexión crítico e incidir desde las diversas dinámicas locales y regionales, mediante un compromiso activo, hacia la construcción de una agenda alternativa que supere el capitalismo depredador de los seres humanos y de la naturaleza.

Colombia, agosto de 202

Los oscuros pasajes de la Convención sobre Biodiversidad - Disertaciones del Crepúsculo


Cali, 8 de septiembre de 2024. Por Armando Palau Aldana. Con un literal abrebocas para los países del segundo orden, hace 32 años, en Río de Janeiro se promulgó la Convención sobre Diversidad Biológica por la Asamblea General de las Naciones Unidas, 20 años después de la Conferencia sobre Entorno Humano de Estocolmo (1972). En efecto con la Declaración sobre Medio Ambiente y Desarrollo se nos colgó en el imaginario de la opinión pública mundial, el desarrollo sostenible para satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin agotar los recursos naturales para atender las de las venideras.

La pretendida sostenibilidad como modelo de desarrollo, ha sido incorporada en los discursos del mundo occidental y de casi el resto del orbe, sin que por ello haya superado el estatus de falacia, pues cada día se consolida el apalancamiento del capitalismo salvaje que sigue concentrando la mayor riqueza en un puñado de emporios dejando en su estela pueblos completos en la pobreza, esquilmándoles la biodiversidad que reside in situ en sus recursos naturales sin haber desarrollado la capacidad de aprovechamiento para beneficio propio y bienestar general.

La Convención sobre la diversidad biológica, anuncia y promueve la aparente utilización sostenible de sus componentes y la participación justa y equitativa, entre otros, en los beneficios que se deriven de la utilización de los recursos genéticos, mediante un acceso adecuado a esos recursos y una transferencia apropiada de las tecnologías pertinentes, mientras los países subdesarrollados intentan tener acceso a las tecnologías que las transnacionales les venden a cambio de hipotecar la biodiversidad no cuantificada y no utilizada.

El Convenio sobre Biodiversidad gira alrededor de la "biotecnología" como aplicación científica que utiliza los sistemas biológicos y organismos vivos o sus derivados para la creación o modificación de productos o procesos para usos específicos, teniendo en cuenta el "material genético" de origen vegetal, animal, microbiano o de otro tipo que contenga unidades funcionales de la herencia, así como los "recursos biológicos" o “genéticos” (materiales de valor real o potencial), con organismos o partes de ellos o cualquier otro tipo de componente biótico. 

Para tener acceso a dichos ecosistemas de valor o utilidad real o potencial para la humanidad (realmente para la industria farmacéutica, agrícola y militar), la Convención sobre Biodiversidad impuso a cada país parte elaborar estrategias, planes o programas nacionales para la conservación y la utilización sostenible de la diversidad biológica o adaptando los existentes, integrando la conservación y la utilización sostenible de la diversidad biológica en las políticas sectoriales o intersectoriales, identificando componentes mediante muestreo y otras técnicas.

Los países parte adoptarán medidas para la conservación ex situ de componentes de la diversidad biológica, “preferiblemente” en el país de origen de esos componentes y establecerán y mantendrán instalaciones para la conservación ex situ y la investigación de plantas, animales y microorganismos, gestionando la recolección de recursos biológicos de los hábitats naturales a efectos de conservación ex situ, es decir, posibilitando que las potencias mundiales acrecienten sus procesos de neocolonialismo en los países subdesarrollados.

Se fomentará la cooperación científica y técnica internacional en la esfera de la conservación y utilización sostenible de la diversidad biológica, para asegurar la participación efectiva en las actividades de investigación sobre biotecnología de las Partes Contratantes a través de las transnacionales, en particular los países en desarrollo que aportan sus recursos genéticos para tales investigaciones, fijando protocolos que establezcan el consentimiento fundamentado previo, en la esfera de la transferencia, manipulación y utilización de organismos vivos modificados.

Una evidente muestra del fracaso de dichas pretensiones, fueron las Metas de Aichi para la Diversidad Biológica, adoptadas en el Plan Estratégico para la Biodiversidad Biológica 2011-2020 en la COP10 celebrada en Nagoya (Japón), pasando en la COP15 de Canadá al Marco Global para la Biodiversidad Kunming – Montreal a la que también se le acabará el tiempo, aunque la Ministra de Ambiente y sus vice nos quieran hacer creer que tendremos incidencia mundial con la poco consultada actualización del Plan Nacional de Biodiversidad del 2010.

De tal suerte que, mientras nosotros sugerimos la COP DiverGente bajo el rebelde auspicio del disenso como creador de conocimiento, en medio de mitomanías avanza la retardada promoción de la COP16 que engaña a la Pachamama y que nos recuerda el tango “Se te nota en los Ojos” de Felix Lipesker (1957) que dice: “Pero no puedo soportar esta amargura / Que me tortura y me mata sin piedad / Por eso vida yo te pido por favor / Me digas de una vez, ¿me quieres sí o no? / Se te nota en los ojos, corazón / Que me estás mintiendo”


7.9.24

S.O.S. Gorgona - Pieza Publicitaria Gráfica

Cali, 6 de septiembre. Por Armando Palau Aldana

Paisaje Cultural Azucarero o el Teatro del Absurdo - Disertaciones del Crepúsculo


Cali, 31 de agosto de 2024. Por Armando Palau Aldana. Con ocasión de la desafortunada noticia de petición a la Unesco de declaratoria de Paisaje Cultural Azucarero por parte de los alcaldes de Candelaria, Florida, Pradera, Palmira y Cali, de la mano de la gobernadora, Planeación Nacional y el Ministerio de Defensa, empecemos por decir: lo que mal comienza mal termina, como dice el sabio adagio popular, pues fue el genocida Sebastián de Belalcázar quien trajo la caña de azúcar a su Estancia en 1540, en el hoy municipio de Yumbo en el valle del Cauca.

También es importante precisar que Santiago Eder (James Martin) diplomático y abogado de Lituania, fundó en 1901 la primera factoría azucarera “Ingenio Manuelita” en predios de la hacienda que fuera de la familia de Jorge Isaacs. Luego Alfonso Cabal estableció Providencia (1926) y Hernando Caicedo montó Riopaila (1928), que fueron los primeros emporios agroindustriales azucareros de Colombia consolidados a través de estas familias de la élite conservadora vallecaucana.

El Valle Geográfico del río Cauca, compuesto por el valle interandino formado entre las cordilleras central y occidental, conformado por 400 mil hectáreas del norte del Cauca, el centro del Valle del Cauca y el sur de Risaralda, que fuera hasta mediados del siglo XX un exuberante paisaje de Bosque Seco Tropical y despensa hortofrutícola, fue la región azucarera proyectada desde 1950 por los 13 ingenios azucareros asociados en Asocaña (1959), para promover su evolución y desarrollo agroindustrial.

Según Cenicaña (1995), en 1950 el área sembrada de caña de azúcar era de 18.620 hectáreas, la que creció en 1960 a 61.600, alcanzando 130.200 en 1970, para llegar hoy a ocupar 260.000 de las 400 mil Has. del otrora fértil valle del río Cauca. Vertiginoso crecimiento logrado con la creación de la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca en 1954, promovida por los godos José Castro Borrero, Ciro Molina Garcés, Manuel Carvajal Sinisterra y Harold Eder, bajo la dictadura militar de Gustavo Rojas Pinilla.

En esta región geográfica aluvial, de las 174 mil Has. sembradas de caña de azúcar en el Valle del Cauca, previa aplicación de glifosato (madurante y defoliante), se queman 58 mil en un proceso preindustrial a cielo abierto que alivia en un 30% la carga que transportan tractomulas en 5 a 7 vagones, lo que el Director de la C.V.C. quiere mostrar como gran avance, cuando ello se desprende de la lucha que ante el Consejo de Estado dimos en 1995 logrando que el Decreto 948 fijara zonas de prohibición de quemas.

También logramos que la entonces Ministra de Ambiente, Cecilia López Montaño, impusiera en este 948 como fecha límite para esos incendios agrícolas el 2005, derogada indefinidamente en el 2004 siendo presidente el hoy enjuiciado penal Álvaro Uribe para el beneplácito de ese Cartel de Pirómanos de la Caña de Azúcar, moratoria que la actual ministra no ha tenido el valor civil de decretar en estos años de gobierno como evidencia de defensa de la biodiversidad arrasada por esa combustión cañera.

El precolombino Bosque Seco Tropical dominaba la parte plana del valle geográfico y en el piedemonte de las dos cordilleras en varias de sus cuencas hidrográficas. Para 1957 se consideraba que los bosques cubrían solo el 6%, pero para 1986 se habían reducido a solo 2% y actualmente la pérdida de cobertura boscosa alcanza niveles superiores a 99% a punto de extinguirse la biodiversidad de estos ecosistemas según el Instituto Humboldt (2012) e Inciva (2022), provocados por el monocultivo azucarero.

Se ha deteriorado la salud pública por afecciones al sistema respiratorio en infantes, por las quemas de caña que desprenden gran cantidad de calor (635°C) y pavesas (cenizas particuladas volátiles), cambiando parámetros como la temperatura, la humedad, la evapotranspiración y las lluvias, alterando el microclima, esterilizando la población microbiana del suelo (organismos formadores de nutrientes), según el Estudio de Impacto Ambiental que Asocaña encargó a Ingeniería Sanitaria de La Salle.

El agrónomo australiano Douglas Laing, Doctorado en Climatología Agrícola y Fisiología de Plantas, quien fuera director adjunto del Centro Internacional de Agricultura Tropical, demostró que el sector cañicultor está recurriendo para el riego de la caña, al agua fósil ubicada a 200 y 500 metros de profundidad con edad de más de 20 mil años, vital para el futuro de la región, denunciando que la CVC está permitiendo que el recurso profundo este siendo absorbido casi en su totalidad, por los cañeros.

La demanda de agua proyectada fue de 4.910 millones de m3 para el 2022 para caña de azúcar y el Agua Subterránea Concesionada por CVC 416 millones de m3, siendo este el segundo cultivo permanente con mayor huella hídrica azul, que es la que se interpreta como la porción del volumen de riego teórico que se aplica a los cultivos y es efectivamente evapotranspirado, por lo tanto, se convierte en un volumen que se pierde físicamente de la cuenca, según el Estudio Nacional del Agua (Ideam 2014).

Tal como se desprende de la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural (1972), para que un territorio sea considerado paisaje cultural, se requiere alcanzar un intangible sentido de pertenencia ciudadana muy fuerte que impacte de manera positiva en la vida diaria, que se genera tangiblemente como consecuencia de vivir en un entorno donde la naturaleza y el desarrollo humano avanzan en sinergia (Wil Jiménez), lo que no encuadra en la absurda propuesta de paisaje electoral.

En esta falacia de ponderar este contaminante paisaje como en el Teatro del Absurdo de Beckett, Ionesco y Pinter, tiempo hace que la Pachamama le dijo adiós a la biodiversidad del valle del río Cauca, como en el tango de Parejo y San Clemente (1937): “Sobre el tiempo transcurrido / vives siempre en mí, / y estos campos que nos vieron / juntos sonreír / me preguntan si el olvido / me curó de ti. / Y entre los vientos / se van mis quejas / muriendo en ecos, / buscándote... / mientras que lejos / otros brazos y otros besos / te aprisionan y me dicen / que ya nunca has de volver”.