viernes, 13 de septiembre de 2024

Los oscuros pasajes de la Convención sobre Biodiversidad - Disertaciones del Crepúsculo


Cali, 8 de septiembre de 2024. Por Armando Palau Aldana. Con un literal abrebocas para los países del segundo orden, hace 32 años, en Río de Janeiro se promulgó la Convención sobre Diversidad Biológica por la Asamblea General de las Naciones Unidas, 20 años después de la Conferencia sobre Entorno Humano de Estocolmo (1972). En efecto con la Declaración sobre Medio Ambiente y Desarrollo se nos colgó en el imaginario de la opinión pública mundial, el desarrollo sostenible para satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin agotar los recursos naturales para atender las de las venideras.

La pretendida sostenibilidad como modelo de desarrollo, ha sido incorporada en los discursos del mundo occidental y de casi el resto del orbe, sin que por ello haya superado el estatus de falacia, pues cada día se consolida el apalancamiento del capitalismo salvaje que sigue concentrando la mayor riqueza en un puñado de emporios dejando en su estela pueblos completos en la pobreza, esquilmándoles la biodiversidad que reside in situ en sus recursos naturales sin haber desarrollado la capacidad de aprovechamiento para beneficio propio y bienestar general.

La Convención sobre la diversidad biológica, anuncia y promueve la aparente utilización sostenible de sus componentes y la participación justa y equitativa, entre otros, en los beneficios que se deriven de la utilización de los recursos genéticos, mediante un acceso adecuado a esos recursos y una transferencia apropiada de las tecnologías pertinentes, mientras los países subdesarrollados intentan tener acceso a las tecnologías que las transnacionales les venden a cambio de hipotecar la biodiversidad no cuantificada y no utilizada.

El Convenio sobre Biodiversidad gira alrededor de la "biotecnología" como aplicación científica que utiliza los sistemas biológicos y organismos vivos o sus derivados para la creación o modificación de productos o procesos para usos específicos, teniendo en cuenta el "material genético" de origen vegetal, animal, microbiano o de otro tipo que contenga unidades funcionales de la herencia, así como los "recursos biológicos" o “genéticos” (materiales de valor real o potencial), con organismos o partes de ellos o cualquier otro tipo de componente biótico. 

Para tener acceso a dichos ecosistemas de valor o utilidad real o potencial para la humanidad (realmente para la industria farmacéutica, agrícola y militar), la Convención sobre Biodiversidad impuso a cada país parte elaborar estrategias, planes o programas nacionales para la conservación y la utilización sostenible de la diversidad biológica o adaptando los existentes, integrando la conservación y la utilización sostenible de la diversidad biológica en las políticas sectoriales o intersectoriales, identificando componentes mediante muestreo y otras técnicas.

Los países parte adoptarán medidas para la conservación ex situ de componentes de la diversidad biológica, “preferiblemente” en el país de origen de esos componentes y establecerán y mantendrán instalaciones para la conservación ex situ y la investigación de plantas, animales y microorganismos, gestionando la recolección de recursos biológicos de los hábitats naturales a efectos de conservación ex situ, es decir, posibilitando que las potencias mundiales acrecienten sus procesos de neocolonialismo en los países subdesarrollados.

Se fomentará la cooperación científica y técnica internacional en la esfera de la conservación y utilización sostenible de la diversidad biológica, para asegurar la participación efectiva en las actividades de investigación sobre biotecnología de las Partes Contratantes a través de las transnacionales, en particular los países en desarrollo que aportan sus recursos genéticos para tales investigaciones, fijando protocolos que establezcan el consentimiento fundamentado previo, en la esfera de la transferencia, manipulación y utilización de organismos vivos modificados.

Una evidente muestra del fracaso de dichas pretensiones, fueron las Metas de Aichi para la Diversidad Biológica, adoptadas en el Plan Estratégico para la Biodiversidad Biológica 2011-2020 en la COP10 celebrada en Nagoya (Japón), pasando en la COP15 de Canadá al Marco Global para la Biodiversidad Kunming – Montreal a la que también se le acabará el tiempo, aunque la Ministra de Ambiente y sus vice nos quieran hacer creer que tendremos incidencia mundial con la poco consultada actualización del Plan Nacional de Biodiversidad del 2010.

De tal suerte que, mientras nosotros sugerimos la COP DiverGente bajo el rebelde auspicio del disenso como creador de conocimiento, en medio de mitomanías avanza la retardada promoción de la COP16 que engaña a la Pachamama y que nos recuerda el tango “Se te nota en los Ojos” de Felix Lipesker (1957) que dice: “Pero no puedo soportar esta amargura / Que me tortura y me mata sin piedad / Por eso vida yo te pido por favor / Me digas de una vez, ¿me quieres sí o no? / Se te nota en los ojos, corazón / Que me estás mintiendo”


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