30.10.24

Agenda Abierta - COP DiverGente Ambientalista Ciudadana y Autónoma


Cali, 26 y 27 de octubre de 2024.  Dice nuestro Manifiesto: “Nuestro objetivo inmediato es articular una alianza ciudadana, autónoma del gobierno y sus instituciones. Demandamos a los gobiernos el cumplimiento de sus obligaciones sociales y la garantía efectiva de los derechos de la sociedad civil. Nuestra acción busca articular expresiones organizadas ambientalistas y sociales existentes, para potenciar la defensa de los derechos humanos, los derechos de los pueblos indígenas, afrocolombianos y campesinos y los derechos de la naturaleza…”. 

En consecuencia, proponemos la siguiente Agenda Abierta, para enriquecimiento desde las experiencias locales y regionales. Consignaremos en nuestra agenda cada vez, en primer lugar, propuestas que estemos en capacidad de adelantar en términos prácticos; en relación con otras para las cuales estemos menos preparados, la tarea es estudiar y crear las condiciones. 

Propuestas a considerar, con carácter prioritario inmediato: 

Continuar y dar apoyo, desde todas las regiones, a:

 - La defensa de la Isla Gorgona contra el proyecto de militarización;

 - La defensa del agua y del Páramo de Santurbán;

 - La restauración y conservación de los Ríos Magdalena y Cauca, sus afluentes y cuencas hídricas, desde el Macizo Colombiano;

 - La lucha contra la mafia pirómana azucarera del Valle del Cauca, que usurpa los territorios a sus originarios pobladores, que roba el agua y envenena el ambiente;

 - La efectiva protección de líderes y lideresas ambientalistas y sociales. 

Abordar el estudio y el diseño de propuestas alternativas sobre el Plan Nacional de Biodiversidad; la militarización de la Amazonía; el extractivismo minero energético; la mercantilización de la biodiversidad; el canje de “deuda por naturaleza” expresión del coloniaje financiero; los Proyectos REDD y la farsa de los créditos de carbono; la defensa de la seguridad y soberanía alimentaria de las comunidades campesinas y étnicas; el extractivismo neocolonial en los territorios étnicos y campesinos. 

Reclamar al Gobierno, en cumplimiento de sus obligaciones constitucionales:

 - Que garantice los derechos de territorialidad de los Pueblos. El reconozca y acuerde con otros países mares compartidos y territorios binacionales (ej.: Mar Caribe y Archipiélago de San Andrés Providencia y Santa Catalina, Amazonia);

 - Que reconozca su calidad de autoridades territoriales, étnicas y ambientales a TODOS los Pueblos y sus organismos territoriales. - Acepte de manera efectiva la autonomía y los gobiernos propios, de Pueblos Afros, Indígenas, Raizales, Rrom y otros; la consulta libre e informada, con carácter vinculante;

 - Que apoye la definición de territorios como espacios de paz, con garantía a las lenguas originarias:

 - Que avance en la recuperación de territorios despojados. 2 - Que respete y haga respetar, sin condiciones, la biodiversidad y el conocimiento asociado. - Que proteja las economías propias, campesinas y de pueblos étnicos, como garantes de la seguridad y la soberanía alimentarias del país y las comunidades, semillas nativas, protección de las aguas, acuerdos locales y regionales de abastecimiento de alimentos;

 - Que garantice el derecho de participación social efectiva y el cumplimiento de acuerdos. 

En política internacional militar: 

Exigimos al Gobierno que renuncie a la subordinación al Bloque Sur de los EE.UU., a la asociación a la OTAN y a la vinculación a la Fuerza Marítima Combinada de 41 países, comandada por la fuerza naval de los EE.UU., que opera en el Oriente Medio. 

En defensa del agua y del páramo de Santurbán: 

“La lucha por una política autónoma y soberana sobre el agua, exige el manejo de las fuentes abastecedoras de agua por las comunidades organizadas; que se respete la gestión comunitaria del agua, en los Acueductos Comunitarios y cese la persecución contra los Acueductos Municipales y Comunitarios, que intenta privatizar”, dice nuestro manifiesto. En consecuencia, entre otras, identificamos las siguientes tareas o acciones prácticas:

 - Realizar esfuerzos para aislar o sacar de los territorios los clanes políticos privatizadores de los Acueductos Comunitarios y Municipales;

 - Frenar la persecución de las CARs, de la CRA y la Superintendencia de Servicios Públicos contra los Acueductos Comunitarios y Municipales;

 - Rechazar la injerencia del Banco Mundial-BM y del Banco Interamericano de Desarrollo-BID, en la política pública del Agua en Colombia; así como la presencia de las multinacionales del agua Veolia, Aqualia, Aguas de Barcelona, Vivendi, Isagen, Enel, Celsia, Agbarsuez, privatizadoras y explotadoras de los usuarios de los Acueductos Municipales y Comunitarios. Multinacionales interesadas en la biodiversidad, el agua y los territorios, que se visten de verde por medio de las COPs. 

Pendientes:

 - Abordar el tema urbano en relación con el cambio climático es tarea pendiente; lo mismo lo relacionado con asuntos como el reordenamiento territorial y el problema agrario.


COP DiverGente - Cumbre Ambientalista Ciudadana y Autónoma
Manifiesto a Colombia y al Mundo

 
Cali, 26 y 27 de octubre de 2024. Manifiesto a Colombia y al Mundo. COP DiverGente - Cumbre Ambientalista Ciudadana y Autónoma.

Reunidos en la “COP DiverGente - Cumbre Ambientalista, Ciudadana y Autónoma”, registra las palabras del Secretario General de Naciones Unidas, señor António Guterres, en ocasión de la COP16: “Los países en desarrollo están siendo expoliados. El ADN digitalizado de la biodiversidad sustenta los descubrimientos científicos y el crecimiento económico. Pero los países en desarrollo no se benefician equitativamente de estos avances, a pesar de albergar una riqueza extraordinaria”. 

La COP 16 está muy lejos de resolver estos desequilibrios. A pesar de los discursos encendidos con el lema “Paz con la naturaleza”, la COP 16 corrobora que es una fase más de la mercantilización de la naturaleza y de nuestra diversidad cultural y biológica, contra los derechos de exclusiva soberanía de nuestros Pueblos.

Las declaraciones de la Ministra de Ambiente de Colombia, son reveladoras: “Lo que proponemos de fondo,   -dice ella-, es un nuevo pacto financiero, por eso invitamos al sector privado a construir de la mano un modelo sostenible que ponga en el centro el cuidado de la naturaleza y potencie las oportunidades que surgen de ella; esperamos que este portafolio sea un incentivo de capital y de avance para todos los sectores; sobre todo, para movilizar desarrollo regional y liderazgo global”. Y agrega: “Este portafolio debemos traducirlo en tres monedas: biodiversidad, carbono y divisas fuertes”, definiendo la COP16 como una “Feria de economías” (El Tiempo, 28 septiembre 2024).

Reiteramos que la COP 16 es la mercantilización de la diversidad biológica y cultural de nuestros Pueblos, discrepamos de esta Conferencia y declaramos que estamos en contra de la biopiratería, como apropiación por parte de las corporaciones transnacionales de los beneficios financieros del uso de la información de secuencias digitales sobre recursos genéticos; insumo de la biotecnología farmacéutica, del mercado agroquímico, así como de armas biológicas y patógenos contra las luchas de los pueblos, por parte de las grandes potencias del norte global. Colombia -segundo país más biodiverso de la Tierra- es víctima, como nuestros países del “segundo orden”, del saqueo de la información de sus recursos genéticos, sin ningún beneficio para nuestros Pueblos, pues las grandes corporaciones ya se han apropiado de estos recursos y creado los Bancos de información del ADN con manejo de agendas secretas.

Antecedentes. La acción de nuestra COP Divergente no empieza ni termina hoy. Tiene como antecedentes, entre otros, la más poderosa movilización ambientalista ciudadana existente en Colombia, que es la defensa del agua y del Páramo de Santurbán, que se aúna a la lucha por una política autónoma el agua donde se respete el manejo de las fuentes abastecedoras por las comunidades; la lucha contra la mafia azucarera del valle geográfico del Cauca; la defensa del Macizo Colombiano y de ríos de Colombia como el Magdalena, el Cauca y el Atrato; y de las selvas, como la Amazónica y el Chocó Biogeográfico, en unión indisoluble con sus pobladores, sometidos al etnocidio y al ecocidio.

Dentro de los antecedentes más inmediatos de este proceso, sin duda, ocupa un lugar central la defensa de la Isla Gorgona, para impedir la construcción de obras militares de una Estación Guardacostas, que transgreden la mega biodiversidad de este frágil ecosistema, incluido en la Lista Verde de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza; obras que lesionan el derecho de exclusiva soberanía de los pueblos ancestrales (sin consulta previa e informada), que podrían conducir a un ecocidio. Logramos el pasado 9 de abril ante el Tribunal de Bogotá, la defensa de estos derechos colectivos, mediante orden judicial de suspensión de la cuestionada licencia ambiental. Exigimos que el Gobierno, sin más trámites, proceda a su revocatoria.

Los derechos animan nuestra acción alternativa. Desde nuestra perspectiva, coincidimos con otros pensamientos en que existe una unión indisoluble de los seres humanos con la naturaleza. La naturaleza es la fuente de los bienes indispensables para la vida. Por esto somos ambientalistas. ¿Puede acaso realizar un pacto de “paz con la naturaleza”, una civilización o una sociedad, carentes de solidaridad, que no respetan la vida humana ni su entorno natural? ¡Una civilización definida por el hambre, la miseria y la destrucción de la naturaleza!

Se ofrece a nuestros Pueblos como redención ambiental el "cambio de la deuda externa por naturaleza" (formulada en 1989 por la Comisión Económica para América Latina, CEPAL). Esta es la principal bandera del Gobierno colombiano frente al norte Global, lo que equivales a decir: “quien contamina paga y quien paga contamina”. Afirmamos que lo esencial son los Pueblos indígenas, afrocolombianos, raizales, Rrom (gitanos) y campesinos, con sus derechos inalienables, individuales, colectivos, territoriales y de autodeterminación. En consecuencia, afirmamos que no hay solución sin los pueblos. Son ellos, protagonistas insustituibles, quienes en primer lugar pueden defender la naturaleza y sus propios derechos contra el colonialismo y el neocolonialismo.

En la cuenca amazónica, estratégica para el equilibrio climático del Planeta, continúa la ofensiva brutal de los terratenientes y ganaderos, de los megaproyectos de transnacionales extractivistas, con la deforestación y la destrucción de la selva, en contravía de los Pueblos originarios. Coincidimos en la defensa de la unidad transfronteriza de todos los Pueblos, para que la exclusiva soberanía popular sea internacionalista.

La seguridad y soberanía alimentarias y nutricionales, deben enmarcarse dentro de las políticas para la sobrevivencia digna de la humanidad, enfocando sus planes, programas y actividades en la mejora continua de las condiciones de existencia dentro del derecho a una vida digna, planes fundados en el derecho de los Pueblos a definir sus propias políticas agrarias, de producción, distribución, consumo; con capacidad de autoabastecer, autónoma y adecuadamente a sus comunidades; las actividades, en la asociatividad campesina y de Pueblos étnicos, deben promover la formación y capacitación permanentes, vinculada y encaminada al desarrollo de la economía solidaria, base fundamental para la construcción del poder popular. Nuestra opción en el desarrollo rural y agrario es la vía campesina y de los pueblos étnicos. Sus economías propias propician la soberanía y seguridad alimentarias en nuestros países.

El contexto nacional e internacional. En el contexto de la nueva revolución tecnológica, energética, del capitalismo, ante el declive, a un plazo determinado, de los combustibles fósiles, las potencias imperialistas y geopolíticas se disputan a dentelladas las zonas de influencia y los recursos naturales del Planeta. Una de las causas del despliegue de grandes fuerzas militares en el Mundo y en América es el control de los “recursos naturales” y sus fuentes, bajo relaciones neocoloniales de extractivismo; que, con la participación de las clases dominantes locales, conduce a la destrucción de la naturaleza y a injusticias sociales que lesionan los derechos de los Pueblos. El gran capital no abandona en la transición energética sus métodos brutales de acumulación y reproducción. No es propósito del capitalismo “salvar el Planeta”, ni cesar su condición depredadora de los seres humanos y de la naturaleza.

Los mares son el medio fundamental, en más de un 90%, de la comunicación, de las relaciones comerciales y militares en el Mundo; por lo cual las rutas y las vías interoceánicas, actuales o potenciales, tienen un lugar privilegiado en la “estrategia marítima” y militar de los EE. UU. En el “Corredor Marino del Pacífico Este Tropical” -que incluye el archipiélago ecuatoriano de las islas Galápagos, Malpelo y Gorgona de Colombia, Coiba de Panamá, Coco de Costa Rica-, el Comando Sur de los EE. UU impulsa un proyecto regional con extensión al Mar Caribe (sobre la región ístmica del Continente); que, en Gorgona, como en todas partes, viola los derechos territoriales de los Pueblos ancestrales, su exclusiva soberanía y conduce al ecocidio. 

Nuestro alineamiento y solidaridad es con todos los Pueblos, como hoy con el Pueblo Palestino sometido a un genocidio. No bastan algunas acciones diplomáticas plausibles, como la ruptura de relaciones con el gobierno de Israel por el genocidio al Pueblo palestino; ni los discursos y declaraciones por la paz. La coherencia es indispensable y Colombia debe salir de la OTAN, de la subordinación al Comando Sur, renunciar a la Fuerza Marítima Combinada que bajo el mando de los EEUU opera hoy en el Oriente Medio y excluir cualquier posibilidad de acuerdo militar con las potencias geopolíticas mundiales.

Ante las preocupantes acechanzas de la ultraderecha orientadas a desestabilizar y ejecutar un plan fascista, estamos del lado de la alternativa gubernamental representada por el Pacto Histórico, sin deponer nuestros planteamientos críticos en especial en materia de políticas ambientales. Defendemos esencialmente el mandato popular expresado en las urnas y exigimos coherencia.

Propósitos inmediatos. Nuestro objetivo inmediato es articular una alianza ciudadana, autónoma del gobierno y sus instituciones. Demandamos a los gobiernos el cumplimiento de sus obligaciones sociales y la garantía efectiva de los derechos de la sociedad civil. Nuestra acción busca articular expresiones organizadas ambientalistas y sociales existentes, para potenciar la defensa de los derechos humanos, los derechos de los pueblos indígenas, afrocolombianos y campesinos y los derechos de la naturaleza. Buscamos construir un proceso para sumar voluntades y poderes ciudadanos, consensuar objetivos y concertar iniciativas de movilización en torno de propuestas que surjan del debate y el consenso, en medio del disenso creador. Proponemos hoy fortalecer un proceso de movilización, de debate y acción. Con una perspectiva de lucha contra los modelos económicos depredadores de la naturaleza y los seres humanos. Un esfuerzo cultural de primer orden debe ser realizado con la infancia y la juventud, para superar los paradigmas dominantes que nos han conducido a la crisis y a la guerra. ¡Nuestra lucha es por la vida y por los derechos!

El presente Manifiesto, tiene como bases iniciales la “Convocatoria” y la “Declaración Previa”, de esta COP Divergente Ambientalista, Ciudadana y Autónoma. Recoge aportes de foros previos y de este evento realizado en Cali, los días 26 y 27 de octubre de 2024, con un conjunto representativo de líderes ambientalistas y sociales.

Organizaciones Convocantes: Indepaz; Poder Negro; Fundaciones: Biodiversidad, Pangea, Multipropaz, y Huella de Agua; EkoInc; Fraternales y Revolucionarias; Corporación Compromiso; Movimiento Cívico Conciencia Ciudadana, Comité para la Defensa del Agua y el Páramo de Santurbán, Instituto para la Igualdad de Oportunidades, con una asistencia de 120 líderes ambientalistas y sociales reunidos en la Institución Educativa Multipropósitos.


 


Espiritualidad y Naturaleza en el Pacífico Colombiano


Bogotá, octubre de 2024. Por Mario Espinosa Cobaleda. 

LA CONCEPCIÓN Y LA FUNCIÓN DE LA ESPIRITUALIDAD EN LA RELACIÓN DE LOS HABITANTES DEL PACIFICO COLOMBIANO CON LA NATURALEZA – SABERES Y RECORRIDOS

“No podemos obtener impulsos sociales sino en la medida que recibamos
conocimiento espiritual de la naturaleza que nos rodea... La vida del alma de la
humanidad depende de la espiritualización de nuestro saber de la naturaleza”.
Rudolf Steiner

Una introducción: La exuberancia de la naturaleza y el paisaje del Pacífico colombiano, esa imbricada
confabulación de selvas, manglares, caudalosos ríos, arenas y el inmenso océano, puede dar fe del inmenso vínculo espiritual entre sus pobladores y su territorio. Muchos siglos antes de la llegada de la espada y de la cruz, esta tierra era el paraíso tropical de varios pueblos ancestrales. A ese mágico  espacio donde resuenan los sonidos de coloridos seres vivientes, los vientos y la percusión, llegó también el sincretismo de quienes fueron llevados desde el otro lado del mundo y allí encontraron tierra fértil para ombligarse y venerar a sus deidades. En ese crisol se fundieron costumbres, pensamientos y sentires. 

Geografías sagradas – Geografías profanadas: En medio de un territorio asolado por los conflictos y la desmesurada ambición de expoliadores y saqueadores (1), territorio también fecundo para el surgimiento de economías ilegalizadas, de minería, narcotráfico, grupos armados, explotación indiscriminada de recursos naturales, hay una tenaz resistencia de sus pobladores naturales para conservar sus territorios, sus recursos, su organización, su pensamiento y su tradición. Ahí están los territorios colectivos de los pueblos afrocolombianos y los resguardos de los pueblos indígenas. Tal vez es en estos escenarios en donde se conserva y se materializa su espiritualidad en íntima convergencia con su entorno y la naturaleza (2).

Los científicos han definido el Antropoceno3como esa era actual que estamos atravesando, era que se caracteriza por el conflicto entre la noción de producir para la vida, y producir para el mercado. Las severas consecuencias de este enfrentamiento se reflejan en la ruptura de la coexistencia armónica con la naturaleza. Por este motivo se hace fundamental acercarnos a la médula del pensamiento de quienes, con su sabiduría, desde tiempos inmemoriales han respetado y venerado la generosidad de un planeta donde, supuestamente, debemos caber todos los seres humanos en coexistencia pacífica con las demás especies, algo así como la búsqueda del bien común. Cada uno de nosotros necesita una “área ecológica” para existir, en esa trascendentalidad esa huella debe ir más allá de lo eminentemente práctico y debe erigirse sobre los pilares de la ética, de la espiritualidad. 

De ahí que volteemos la mirada hacia el Pacífico, hacia los habitantes de sus territorios colectivos, para escudriñar los hilos de su conexión ancestral con la Madre Tierra y las maneras en que desde sus sentires han procurado incrementar su calidad de vida y hacerla para sus comunidades, conservando de forma sostenible sus entornos y sus paisajes. Tal vez para los habitantes de las ciudades es muy complejo cuantificar la contribución que los ecosistemas le hacen a la calidad de vida en términos estéticos y espirituales. Esta es una oportunidad para detenernos y reorientar la brújula, frente a la necesidad de establecer nuevos diálogos entre la naturaleza y la cultura, para concebir formas de pensar y de habitar más amigables, más entrañables y más en armonía con las energías superiores del cosmos (3).

Resumiendo: No es intentar “salvar el planeta”, que sobrevivirá hagamos lo que hagamos (4). El propósito común debe ser preservar, y de ser posible, mejorar un modo de vida en coherencia entre lo que pensamos y la forma en que actuamos frente a la vida. Los hábitos y las rutinas cotidianas de las urbes son obstáculos, que solo se superarán cuando entendamos que los riesgos son reales y apremiantes. La mejor forma de avanzar en este propósito es cualificar nuestra relación espiritual con la naturaleza y la Madre Tierra... y de eso sí saben los pueblos ancestrales, a quienes, con frecuencia, -en una actitud prepotente- evitamos entenderlos, reconocer y valorar su pensamiento biocéntrico.

El conocimiento de la naturaleza elaborado por las comunidades negras e indígenas del Pacífico –y de muchas otras regiones del país- contiene elementos políticos y éticos que reflejan formas diferenciadas de ver y entender el mundo (cosmovisiones, 5), que hace que pueda ser contemplado como una alternativa posible al antropocentrismo, y que va más allá de la noción peyorativa que se pueda tener desde el pensamiento occidental, como algo “exótico”, primario o descontextualizado del mundo moderno. 

LA CADENCIA DE LA ESPIRITUALIDAD AFRO.... LA OTRA SELVA POSIBLE... ESA UNIDAD
SAGRADA DE LA VIDA

“Los secretos son unas palabras que aprenden los que saben curar. Ellos tienen sus palabras que van derechas sin extraviarse pa’ ningún lado. Ni una más adelante ni otra más atrás y eso es protección. Es como hacer una oración la misma cosa que como uno está rezando el padre nuestro, el credo”... (6)

“La naturaleza que vemos es solo la representación de seres invisibles que tomaron forma. Todos venimos de un mundo espiritual para tener representación en este mundo”.

Un propósito fundamental de este escrito es contribuir a recabar en lo íntimo de las concepciones espirituales, de los pueblos, pues ellas están ligadas al sentir de la trascendencia, de la relación sobre el sentido de la creación y la razón de ser de la existencia y misión de los seres humanos en su corto periplo por la tierra. Su comprensión es esencial para re(pensar)esta profunda relación entre la sociedad y la naturaleza. 

La espiritualidad del pueblo afrocolombiano trasciende los límites de lo folklórico, de lo exótico, de la mera “fantasía”; podemos decir que son complejas elaboraciones de un pensamiento biosófico, ligado a su concepción del más allá y de la relación cuerpo-alma.

“La concepción espiritual afro concibe el universo como una interacción constante entre seres materiales -naturales y sobrenaturales-, humanos y no humanos, vivos y no vivos que habitan la naturaleza, los cuales encuentran su lugar en la cotidianidad, donde se reproduce todo un sistema de significados sobre los cuales construyen su especial conexión con su ambiente, la selva húmeda tropical, donde se inserta su territorio colectivo, el cual representa su espacio de vida.”

“La tierra... nuestra única madre.... Pertenecemos a ella, todo el suelo es un bien común, es una alegría, una gran fiesta cuyo propósito es unirnos, la sangre de la tierra es el agua, sin agua no hay vida y por el aire viajan nuestros espíritus protectores. La selva es el espíritu, origen y camino que gobierna los territorios del Pacífico; Mantiene el equilibrio entre el mundo físico y el mundo espiritual. Los
animales y las plantas no existen antes que nosotros, sino que conviven en el territorio y en nuestro pensamiento. Tenemos muchos relatos y canciones que cuentan la manera en que conocemos y entendemos el nuestro universo".

Los secretos son invocaciones que reflejan el poder del legado africano en la medida que por medio de
estas invocaciones los afrodescendientes se comunican con sus deidades sin intermediarios.

El vigoroso sentido de la espiritualidad de las comunidades negras está ligado a un conjunto de creencias desde las cuales interpretan el mundo. Para ellas, los seres humanos y la naturaleza forman una unidad en las que están presentes diversas fuerzas sobrenaturales. Ese todo está pleno de energías divinas y humanas que son “cosa de Dios” o “cosa del diablo”, y todo está interrelacionado. La relectura o “refuncionalización” de las dinámicas de los santos es una de las principales características que identifican la espiritualidad y religiosidad de las comunidades negras del litoral Pacífico. La labor evangelizadora de la Iglesia, y el sincretismo de la espiritualidad heredada de los ancestros africanos (7), se puede reflejar en la estructura de jerarquías y corresponsabilidades, (ver gráfica) que se ha interiorizado en la espiritualidad y el fervor de quienes profesan la religión católica, que –aun cuando en tiempos recientes ha surgido la influencia de nuevas iglesias- sigue siendo mayoritaria. La catequización, al mezclarse con la ancestralidad religiosa portada por los primeros grupos de esclavizados tendió un puente de comunicación intercultural entre el cristianismo y las religiones africanas, en la cual emergieron algunos elementos simbólicos que permitieron establecer contacto entre los dos mundos: el africano y el occidental. Hay una simbología recóndita que recubre y colma
de sentido las imágenes sagradas de la iglesia católica. San Francisco de Asís, patrono de los habitantes del Chocó, y quien fuera proclamado por Juan Pablo II como Patrono de la Ecología, por su amor a la naturaleza y a todas las “criaturas” es el referente de ese encuentro y coincidencias entre dos formas de espiritualidad para interactuar con la naturaleza. San Francisco (8) llamaba a los animales, al fuego y al agua, hermanos y hermanas, pues todos ellos provienen de la misma fuente y, por tanto, en cierto sentido, todos son miembros de una familia; pensamiento que está muy identificado con el principio fundamental de la naturaleza de los pueblos afros, en la noción del respeto auténtico y pleno por la integridad de la naturaleza. 

Este encuentro de espiritualidades concibe un mundo conformado por tres niveles: el mundo de lo alto (del cielo o de lo divino); el del centro (terrenal), donde se ubican los seres humanos; y el de lo bajo, de la maldad y de la oscuridad, donde se ubica el infierno, donde van los espíritus condenados, donde habita el demonio. Cada uno de estos mundos cumple con una tarea en particular, pero no se encuentran aislados sino interconectados e interrelacionados entre sí. En la vida cotidiana, en el manejo y las relaciones con la naturaleza, su espiritualidad se refleja en el vínculo que se entrelaza con su territorio de vida, en donde lo sagrado y lo profano, su mundo y otros mundos, forman parte de una integralidad en la que el hombre y la mujer afro se encuentran inmersos en correlación y dependencia con el ambiente y con el mundo de lo divino o sagrado, es decir, una espiritualidad que se constituye en el eje fundamental sobre el cual se entretejen todos los actos de su vida, en el bosque cuando van a cortar madera o a cazar, en la playa del río cuando van a pescar o a trabajar en las minas, en la finca cuando van a sembrar o a cosechar. Cada actividad requiere de un permiso y un ritual, y de un agradecimiento a la Madre Tierra por ofrecer y otorgar los bienes para la vida.

Las relaciones entre la naturaleza, la sociedad y el espíritu (ser), se configuran desde una
perspectiva étnica propia manifestada como sentipensamiento y esencia de vida. Desde esta
perspectiva existe una compleja, pero a la vez estrecha, relación entre la espiritualidad, el
territorio y sus conocimientos, como pueden ser, por ejemplo, sistemas de manejo del
bosque, las explicaciones e interpretaciones de los fenómenos naturales, las prácticas
medicinales, sus fiestas y celebraciones religiosas ligadas a épocas de siembra y cosecha, de
subienda, de recolección...

La importancia que tienen los seres vivos, no como organismos aislados entre sí, sino en
conexiones y relacionamientos complejos y simbólicos, orientan su forma de relacionarse
con la naturaleza. El espíritu de los bosques, el espíritu de las aguas, el espíritu del jaguar, 
son símbolos de una ética de la vida, del cuidado expresado en actitudes, valores y prácticas
respetuosas, responsables que buscan preservar la esencia de la selva húmeda tropical, la
armonía con sus territorios de vida.

“Nuestro planeta es un ser vivo, sensible, es nuestra casa, es un cuerpo celeste que
viaja y vive en el cosmos, que son todas las estrellas que vemos en las noches
despejadas. La tierra es hija del sol y da vueltas a su alrededor. El sol tiene otros hijos
que son los hermanos de la tierra, y allá en ese espacio infinito están las almas de
nuestros ancestros y nuestros dioses, que nos protegen siempre y cuando les
demostremos lealtad y les hagamos ofrendas de agradecimiento”

La espiritualidad Afro de los pueblos del pacífico colombiano, se ha construido desde una
opción de reafirmación cultural y/o respuesta a episodios históricos de sometimiento,
esclavización, adoctrinamiento, evangelización, exclusión y satanización de ritos y rituales
heredados de las culturas africanas y reproducidas en América en condición de esclavitud.
Es un proceso de resistencia para dignificar y resignificarse como identidades propias de
alto valor y representación en los pueblos afro del Pacífico Colombiano.

La tradición oral, donde los poseedores del conocimiento, los dueños de la palabra, generalmente los mayores, en ámbitos rituales como en noches de luna, transmiten sus saberes, con humor e imaginación, los avisos, los secretos o rezos, que son para establecer o asegurar armonía con la naturaleza y controlar las energías humanas y divinas del entorno. Estos saberes son el patrimonio que permite que la esencia de la espiritualidad permanezca, ahí están las huellas de la africanía como parte de los hábitos sumergidos en el subconsciente e inconsciente que fortalecen la identidad, la cohesión y la pertenencia de la colectividad. En las balsadas, las comparsas, los gualíes, las fiestas patronales, las cumbanchas y las chirimías se refleja la identidad y la espiritualidad con carácter de melancólica festividad.

El Código de Régimen Interno de una comunidad negra y su territorio colectivo reafirma la importancia de los espacios físicos y simbólicos de la vida y ancestralidad en el territorio, y respecto a las autoridades tradicionales en el territorio expresa: “Reconocemos, validamos y colectivamente recuperamos los conocimientos ancestrales que en nuestro territorio nos han permitido, con base en nuestros recursos espirituales y ambientales, sanar las enfermedades de nuestros cuerpos y nuestras almas”.

El cumplimiento de las normas está íntimamente ligado con el respeto a la naturaleza, por ejemplo, con el manejo de la tierra para cultivar: “La tierra se calienta, cuando la tierra está cansada tenemos diferentes lotes y los rotamos para el trabajo. Después de un tiempo notamos que la tierra ha construido unas hojarasquitas, que se producen cuando los árboles se van degradando. Entonces es que la tierra se abonó y ya está lista para volver a cosechar”

LA ESPIRITUALIDAD EN LOS PUEBLOS ANCESTRALES INDÍGENAS Y SU INDISOLUBLE
VÍNCULO EN SU RELACIONAMIENTO CON LA NATURALEZA EN SUS TERRITORIOS.

“Desde cuando Pacoré transmitió el conocimiento sobre el manejo y el uso del bosque, aconsejó a su primer alumno Jaibaná yerbatero para que le ayudara a la gente, hiciera el bien y enseñara dicho conocimiento a la gente que tuviera buen corazón y voluntad para servir a su pueblo... Los Embera
aprendieron cosas de los animales, los árboles, las plantas, los cogollos, los animales, tienen muchas funciones y destinos, por ello el espacio donde se desarrolla nuestra espiritualidad y nuestro conocimiento es el territorio, en su articulación permanente con todo lo que hay en él”.

Alberto Achito

En el pensamiento de los pueblos ancestrales todo lo contenido en el universo -tierra, astros, fenómenos atmosféricos, animales, plantas y minerales- tienen un origen común y son parte de una misma familia. No hay línea divisoria entre el hombre y los demás elementos de la naturaleza; sin embargo, estos últimos están sujetos al hombre con la condición de que este cumpla su parte de compromiso: hacerles ofrendas, pedirles permiso y respetar sus derechos. Para los pueblos ancestrales el territorio es la fuente de la vida, lo constituye el espacio de origen de la vida, de la gente, de las plantas, de los animales, el agua, el viento, el día y la noche. Es el espacio vital, parte de su historia y el espacio donde se unen la cultura y el conocimiento.

El “Canto del Jai”

El agua y la tierra son una unidad esencial, el barro es la unidad entre la tierra y el agua. El Jaibaná encarna la condición de pleno equilibrio entre el agua, la selva y el hombre, y a ella debe su poder. De ahí su importancia en la armonización de la espiritualidad con la naturaleza y sus designios en la orientación de los principios que rigen la relación de los pueblos ancestrales con la selva y los ríos. Esa autoridad espiritual es la que puede mantener el orden para el manejo de los territorios, en sus relatos están cifrados los elementos de cohesión y de estructuración del pensamiento, pues, como ejemplo, según sus relatos, “la gran culebra se transforma en arco iris cubriéndose con una corona de plumas de pájaros de colores.”

La espiritualidad de los Jaibanás, hombres de conocimiento, que abarcaba los dominios que llegaban hasta el nivel cósmico, el poder sobre los fenómenos naturales, los animales, la curación de la tierra, actividad propiciatoria de la agricultura, era el soporte principal de un pensamiento del profundo respeto sobre el entorno, pues los Jaibanás “son las almas de los muertos que han encarnado de nuevo en animales de diversa especie”. El Jai es la esencia de las cosas, considerada como algo vital, es el dueño de los espíritus de los animales relacionados con la enfermedad y la muerte, espíritus del aire, el agua y el monte, es la máxima autoridad espiritual y reafirma su papel definitivo en el control y manejo del medio ambiente, en la regulación de los ciclos de cacería y de pesca, en el tamaño de la población humana, para asegurar la continuidad de las especies animales...

Los lugares principales del diario acontecer, selva (tierra) y río, así como el mundo subterráneo y el cielo, aparecen diferenciados y caracterizados, pero el movimiento que los une en su diferencia, los hace parte de una unidad de lo múltiple, como unidad de lo diverso. 

“Si aceptamos que ese territorio es parte nuestra, y nosotros parte de la selva, hay abundancia, salud, fortaleza espiritual. Podemos convivir en armonía entre los dos mundos. La selva alimenta nuestro espíritu, el cuerpo físico y el territorio que habitamos”. Diana Quigua.

Para los grupos los pueblos indígenas del Pacífico los saberes ancestrales (9) constituyen un sistema de prácticas, costumbres, informaciones, usos y tradiciones de vida que determinan su existencia. Su cosmovisión es la fuente principal inspiradora de principios y valores éticos que pueden asegurar prácticas sostenibles y convivencia armónica con la naturaleza.  Los saberes ancestrales ambientales se entienden como un "sistema complejo de conocimiento-práctica-creencia". En el caso de los Eperara K’Inisia waibua (pensamiento grande), es el que lleva a la fusión de todas las fuerzas y energías de la comunidad, la defensa de la vida, de todas las formas de vida, del respeto, Los Embera, Katío, Chamí, Wounaan y Tule han habitado las selvas del Pacífico durante milenios, sus referentes de la espiritualidad, principios y sentires, con seguridad, también están presentes en el alma de otros pueblos, como los Eperara Siapidara, que habitan esta franja selvática del país. Los Emberá son “gente de río” y “gente de montaña”, en los tambos ombligan su espiritualidad como soporte para hacer mención a la vida, a la cultura y a su relación con la naturaleza, a través de todos y cada uno de los elementos que conforman la selva. Existe una asociación fundamental entre la flora y la fauna, desde el pensamiento
mítico, como una forma de entender el funcionamiento de los ecosistemas, y también desde la geografía mítica representada en algunos lugares por la fauna sobrenatural, íntimamente ligada con las especies naturales, aporta elementos importantes para el conocimiento y comprensión de sus territorios como Espacios de Vida.

Aunque su proceso de aculturación no es uniforme, sus habitantes y sus territorios han sido golpeados por la ignominia, el saqueo de los bosques y el abandono, sus elementos culturales han sufrido grandes transformaciones, especialmente en el vestido y aspecto personal, en los rituales, la cosecha y la recolección, en la transmisión del conocimiento médico y botánico, en la autoridad y el rol de los Jaibanás. Aun cuando llegan cambios sustanciales en el gobierno de las territorialidades, como los cabildos, hay un orden preexistente y unos sistemas de regulación propios de los pueblos: Todo cambio es un pacto de permanencia, tiene que identificar lo que va a permanecer, porque, de lo contrario, solo
genera resistencia.

“Si bien el impacto ambiental del nuevo uso que se hace de la selva húmeda en los territorios indígenas, constituye en una verdadera hecatombe, no lo es menos en lo que sucede en el orden social y cultural. A los sistemas de producción que generaban seguridad alimentaria, les sucede el modelo dependiente de mercados externos, al ideal de ordenamiento del territorio desde la propia visión cultural, le sucede la imposición ejercida por actores externos. La colonización y la utilización de los territorios para cultivos ilícitos ha generado un espectro amplio de prácticas ilegales, al igual que la economía extractiva y los agro negocios como el establecimiento de cultivos de palma aceitera. 

La llegada de la religión católica acentuada por la valoración del dios católico como el único, ha limitado la concepción y la función de los Jaibanás al de la condición de curanderos. Este cambio de concepción religiosa también limita el conocimiento y la relación de espiritualidad con el territorio y con el uso y manejo de los recursos naturales. La transformación acelerada del pensamiento indígena sobre su territorio, no ha impedido, sin embargo, que se sostenga aún sobre elementos que la tradición y sus mitos revalúan y evolucionan. Desde tiempos ancestrales hasta el presente, los fundamentos espirituales son orientados por los mayores y líderes religiosos que son hombres o mujeres de edad
avanzada, de buen corazón, que enseñan mediante consejos para vivir en armonía y la práctica de las rogativas, que son rituales con cantos y danzas para librar a las comunidades de males o acciones dañinas en sus territorios.

Es evidente que la valoración del paisaje regional por parte de la sociedad occidental no es compartida plenamente por las culturas afro indígenas y es, principalmente por la noción de espiritualidad, de memoria y herencia que pervive en su pensamiento y en su concepción de territorio colectivo para la vida. Estas apreciaciones ameritan que cada acción que incida en los ecosistemas, deba contemplar necesariamente la espiritualidad de sus pueblos como valor y principio. Alguien me decía que los mapas primero se elaboran en la mente, antes de dibujarlos en el papel. El desarrollo va más allá de la infraestructura, el desarrollo humano implica una revolución del pensamiento (volver la vista atrás, reforestar la ética ambiental) para entender que el futuro debe estar cimentado sobre el cuidado de la casa común, pues como sostuvo el Padre Stephen Rist: “Un “desarrollo orientado al contorno 
exterior, y sin relación con el mundo interior, de tipo espiritual, a fin de cuentas, carece no más de sentido...”

Entre las dos vertientes de pensamiento, la del pueblo negro y los pueblos indígenas existen vasos comunicantes, principios que se superponen y coinciden. Hay axiomas definitorios del pensamiento como pueden ser: “Todo lo que existe en el universo está conectado por un hilo espiritual, la fuerza vital no existiría sin esa conexión con la naturaleza”. 

Coinciden también al expresar que “Todos somos naturaleza, no importan nuestras creencias”. Así, van tejiendo el pensamiento, en el sentido en que disponen del tiempo y la voluntad para sentarse a pensar, pues nuestros cuerpos son simplemente un caparazón material, que sustenta la esencia del espíritu y de la misión a cumplir en el paso por la vida. Siendo así el cuidado de la naturaleza es un acto de amor propio. Todo conocimiento debe reflejarse y aportar a la realización de acciones concretas; en esa
valoración de sentimientos y relaciones, la Paz Total es lograr la armonía y el equilibrio, y
esto implica necesariamente, “entender otras formas de entender”. La espiritualidad en el
relacionamiento con la naturaleza se convierte así en un EJERCICIO DE RESISTENCIA.

“CADA VISIÓN DEL MUNDO QUE SE EXTINGUE, CADA CULTURA QUE DESAPARECE, 
DISMINUYE NUESTRAS PROBABILIDADES DE VIDA” Octavio Paz

1 Ante todo, la desigualdad ambiental es una manifestación contundente de la desigualdad social.
2 En los territorios colectivos, -por lo menos así lo establecen los principios organizativos y culturales- por encima del individuo en el momento de tomar alguna determinación, ejercer alguna actividad productiva o sociocultural, está el bienestar de las comunidades.
3 Época en que los seres humanos, más que las fuerzas naturales, somos la causa principal del cambio
planetario, que amenaza la vida en la tierra. 
4 Romper el círculo de un mundo en que la vida es un simple acto de compra y venta mercantil; la naturaleza no es, no puede ser, no debe ser, mercancía.... Es un derecho humano inter-generacional.
5 Para los escépticos, la tierra es fuerte, y probablemente nada de lo que hagamos tendrá un impacto
importante sobre ella. Oros consideran a nuestro planeta frágil y susceptible de muchos cambios, y hay
quienes creen que el planeta está preparado para reaccionar violenta y súbitamente si se le provoca lo
suficiente... y parece que ya varias veces lo ha hecho.
6 La “cosmovisión", puede ser entendida como las suposiciones básicas sobre la realidad y su significado, así como la naturaleza del conocimiento.

8 Aun cuando han pasado siglos desde su llegada a América, los principios culturales de génesis africana han sido (re)desarrollados y (re)interpretados en el nuevo mundo, en confluencia con conocimientos asimilados en coexistencia con otros grupos sociales (Emberas y colonizadores españoles). 
9 San Francisco de Asís expresa poéticamente su visión de la creación en su “Cántico al Hermano Sol”, escrito en 1226.
10 La denominación de ancestral obedece a su origen y carácter hereditario, sus profundas raíces milenarias, las cuales han sido creadas, transformadas y desarrolladas de manera colectiva por parte de los pobladores, en una relación responsable y respetuosa tanto con el territorio como con la naturaleza circundante, lo cual hace que pertenezca al total de las etnias.


27.10.24

Agriculturas como biodiversidad para la vida: islas en medio de un mar de un colonialismo químico
Ponencia en la COP DiverGente

 He aquí la ponencia de Lilliam Eugenia Gómez Álvarez & Alejandro Henao Salazar en la COP DiverGente, Cali, Colombia, 26 de octubre de 2024