Cali, 23 de febrero de 2025. Por Armando Palau Aldana. Los peruanos definen la Nación como un conjunto grande de personas unidas por una cultura común y que viven bajo un mismo gobierno, mientras que el portal académico de la Universidad Autónoma de México, indica que el concepto de Nación es complicado, en sentido laxo, el conjunto de características culturales que comparten los habitantes de determinado territorio. En esta abstracción residía la soberanía colombiana hasta que paso exclusivamente al pueblo en 1991.
Este teórico mandato constitucional, consagrado como un fin o reto del pueblo colombiano en la Carta Política de 1991, deviene en la apertura a la participación democrática que sigue dominada por la democracia representativa. Aún así, se estrenó esta Constitución con la ruptura de la mayoritaria costumbre de designar militares como Ministros de Guerra, y fueron civiles los de Defensa durante 5 lustros, poniendo de presente el monopolio de la fuerza en cabeza del Estado.
En su Contrato Social (1762) Rousseau consideró: “Despojarse de la libertad es despojarse de moralidad (…) es una convención fútil y contradictoria estipular de una parte una autoridad absoluta y de la otra una obediencia sin límites” y André Gorz (Libertad y ecología, 1979) es la sociedad civil: “el entretejido de las relaciones sociales que los individuos establecen entre sí en el seno de los grupos o comunidades que no deben su existencia ni a la mediación ni al acta institucional del Estado”.
No obstante, este gobierno que elegimos anhelando salir de la recalcitrante derecha del Establishment, que desde tiempos inveterados ahonda las desigualdades, fortalece los monopolios privados, empobrece a las comunidades y destruye la biodiversidad de nuestros biomas en potrerización ganadera y extensión de monocultivos, sorprende y decepciona a las esperanzadas comunidades que creyeron estar ante el inicio de un cambio de orilla política.
No podemos negar el cambio en muchos de los espectros políticos en manos de este gobierno, pero la crisis evidenciada en el publicitado Consejo de Ministros, puso de presente que no fue Petro sino sus asesores quienes diseñaron el Plan Nacional de Desarrollo, al punto de no precisar aquel el avance de sus metas, pasando a la proselitista retórica de compromisos de tribuna con las comunidades, para justificar la medición del fracaso de su gabinete colocándolo en la picota pública
Es probable que las entusiastas comunidades populares aterricen que este es un gobierno de centro, como lo advirtió y precisó Petro, cuyo Movimiento M-19 (1974) se funda con la bandera de la Alianza Nacional Popular (1961), reivindicando el fraude electoral (1970) contra el general Rojas Pinilla orquestado por Lleras Restrepo que hizo Presidente a Misael Pastrana. La Anapo se conocía como “la fuerza que define”, pues desempataba las decisiones en corporaciones públicas entre liberales y godos.
Víctor Hugo dijo: “Entre un gobierno que lo hace mal y un pueblo que lo consiente hay una cierta complicidad vergonzosa”, pero sorprender con la designación de un militar como Ministro de Defensa, constituye un golpe bajo a la sociedad civil y rompe su avance, pues después de la Constituyente del 91 los civiles se pusieron por encima de quienes institucionalmente a través de las armas deben defender la soberanía, la independencia y la integridad del territorio nacional. Seguramente el origen militar subversivo, pues el pasado no perdona.
Y claro, esto nos hace mirar retrospectivamente el comportamiento del Gasto Militar en Petro desde el Presupuesto de la Nación: en 2022 fue de 350 billones: con 71,7 para Servicio a la Deuda; 49,5 para Educación; 42,6 para Gasto Militar; y 41,9 para salud. En 2023 PGN 422.8 billones: Servicio a la Deuda 77,9; Educación 54,8 billones; Salud 50,2; Gasto Militar 48,3 billones. En 2024 PGN 502,6 billones: Servicio a la Deuda 94,5; Educación 70,4; Salud 61,5; Gasto Militar 56. Y 2025 PGN 511 billones: Servicio a la Deuda 112,6 billones; Educación 70; Salud 65; y Gasto Militar 60.
En los 3 años de gobierno Petro el gasto militar subió 17.4 billones del 2022 al 2025, mientras que el ambiental se movió de 1,3 en 2022 a tan solo 1,7 billones para 2025. (Que tal el liderazgo de Susana Muhamad, que solo logró incrementar la gestión ambiental en 400 mil millones en este periplo). Llegamos a una triste reflexión, para silenciar un posible ruido de sables militares, se ha preferido conectar la sociedad castrense con el alto gobierno, y para lograr gobernabilidad articular la dirigencia política con un experimentado lobista.
Como piedra en ojo hinchado, Aguilar y Cadícamo compusieron “Al mundo le falta un tornillo” (1933): “Todo el mundo está en la estufa, / Triste, amargao y sin garufa, / neurasténico y cortao... / Se acabaron los robustos, / si hasta yo, que daba gusto, / ¡cuatro kilos he bajao! / Hoy no hay guita ni de asalto / y el puchero está tan alto / que hay que usar el trampolín. / Si habrá crisis, bronca y hambre, / que el que compra diez de fiambre / hoy se morfa hasta el piolín. / Hoy se vive de prepo / y se duerme apurao. / Y la chiva hasta a Cristo / se la han afeitao... / Hoy se lleva a empeñar / al amigo más fiel, / nadie invita a morfar... / todo el mundo en el riel. / Al mundo le falta un tornillo / que venga un mecánico... / ¿Pa' qué, che viejo? / Pa' ver si lo puede arreglar”.
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