George Monbiot, 10-1-2015
George Monbiot es un escritor británico conocido por su activismo medioambiental y político. Escribe una columna semanal para The Guardian y es autor de varios libros, entre ellos Captive State : The Corporate Takeover of Britain (2000) y Bring on the Apocalypse : Six Arguments for Global Justice (2008). www.monbiot.com
Traducido por María Piedad Ossaba, Tlaxcala
Versione italiana
Uno de los descubrimientos científicos más emocionantes de los últimos 50 años, ha sido el de las cascadas tróficas. Una cascada trófica es un proceso ecológico que comienza en el tope de la cadena alimentaria y avanza progresivamente hacia abajo.
Todos sabemos que las ballenas comen peces y kril, y que algunas personas, por ejemplo ciertos políticos japoneses sostienen que la caza de ballenas es benéfica para los seres humanos ya que aumentaría nuestro recursos alimentarios, así lo creen muchos.
Y es lo que parece…. Pero la cantidad de peces y kril disminuyó al mismo tiempo que el número de ballenas. Eso parece paradójico. La desaparición de sus principales depredadores debería por lo tanto fomentarla. Pero resulta que a las ballenas no les gusta comer estos animales, ellas les ayuda también a vivir. De hecho contribuyen a preservar la vida del océano entero.
Las ballenas se alimentan en las profundidades oscuras luego regresan a las aguas superficiales donde la luz es suficiente para permitir la fotosíntesis. Allí lanzan lo que los biólogos llaman los penachos de heces, enormes chorros de caca (“cacanami” [1]). Estos penachos son ricos en hierro y en nitrógeno, nutrimentos que a menudo son raros en la superficie, y estos nutrientes fertilizan el fitoplancton o plancton vegetal que vive en el único lugar donde las plantas pueden sobrevivir, la zona fótica.
Las ballenas no se limitan a fertilizar las aguas superficiales. Bajando y subiendo a lo largo de la columna de agua ellas rechazan continuamente el plancton hacia las aguas superficiales y prolongan más su período de reproducción antes de que se hunda al fondo del océano. Incluso aunque ahora el número de ballenas ha disminuido considerablemente, sus movimientos verticales, de arriba a abajo y de abajo a arriba de las columnas de aguas oceánicas mezclan aproximadamente tanta agua como el viento, las olas y las mareas de todo el planeta. Más fitoplancton significa más zooplancton o plancton animal, del que se alimentan los animales más grandes. En otras palabras, más ballenas significa más peces y kril.
Pero la historia no termina aquí, ya que el plancton vegetal, no contento de alimentar a los animales marinos, absorba el dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera. Por último, hundiéndose en el fondo del Océano, retira ese carbono de la circulación hacia un lugar donde permanece durante millares de años. Mientras más ballenas haya, habrá más plánctones. Más plánctones, significa más extracción de carbono en la atmósfera. Cuando las poblaciones de ballenas estaban en su apogeo, antes de que los matáramos en grandes cantidades, parece que hayan contribuido a tomar decenas de millones de toneladas de carbono de la atmósfera cada año.
Las ballenas cambian el clima. El retorno de los grandes cetáceos, si no nos oponemos, puede considerarse como una forma saludable de geoingeniería. Podría reparar una parte de los daños que hemos causamos a la vida marina y a la atmósfera.
NdlT
[1]) El texto original utiliza la palabra "poonamies" (pooh + tsunamis), tsunami de "caca". Algunas jóvenes madres francesas llaman 'cacatomiques' (‘cacanami’) las emisiones líquidas y abundantes hasta el punto de desbordar el pañal.
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