martes, 11 de noviembre de 2014

Disertaciones del crepúsculo: La movilidad, un derecho fundamental // De: Armando Palau



La Movilidad, un Derecho Fundamental

Foto tomada de: Uniandes


La Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que promulgaron los franceses en su revolución burguesa en mil setecientos ochenta y nueve y traducida cuatro después por nuestro prócer Antonio Nariño, advierte que la libertad consiste en poder hacer todo aquello que no cause perjuicio a los demás. Posteriormente en mil novecientos cuarenta y ocho, la Asamblea General de las Naciones Unidas en su Declaración Universal de los Derechos Humanos, instituyó la libertad de circulación o de movimiento, como un derecho de la ciudadanía para viajar por cualquier parte del Estado donde resida. Este importante desarrollo del derecho positivo no alcanzó a ser incluido en las reformas constitucionales del treinta y seis, del cuarenta y cinco ni del sesenta y ocho -por citar las más relevantes- solo hasta el noventa y uno la Asamblea Nacional Constituyente incorporó esta importante garantía en nuestra Carta Política.

De tal suerte que una de las garantías constitucionales que hacen parte del imaginario de los integrantes del conglomerado social depositario de la soberanía popular, el derecho a la movilidad personal, cuenta con políticas nacionales que fueron promulgadas por el legislador en términos de desarrollo sustentable, facultando a los alcaldes para dictar los planes de movilidad sostenible a más tardar el año dos mil ocho. En Cali fue necesario que demandáramos en Acción de Cumplimiento al médico Ospina quien como alcalde de la Sucursal del Cielo se sustrajo al deber legal, para que el Tribunal Administrativo del Valle del Cauca le ordenará expedirlo. El desafortunado Director de Planeación de aquel entonces, se limitó a expedir un documento inconsulto en donde incorporó el Plan Maestro de Ciclo-rutas, que al postre se ha convertido en un simple saludo a la bandera, porque de trescientas cuarenta kilómetros proyectados solo se han construido veinticinco. Lo más paradójico es que ninguno de los dos alcaldes galenos, estando presente la amenaza a la salud por obesidad en la población caleña, no tuvieron la voluntad política para hacer realidad un propósito altamente saludable, sencillamente porque piensan que como los ciclistas no aportamos dinero para las campañas políticas, la prelación es para los dueños de las gasolineras y de las concesionarias de automóviles.

La ley sobre movilidad sostenible ordenó en primer término identificar los sistemas de transporte público, la estructura vial, la red de Ciclo-rutas, la circulación peatonal y otros modos alternativos de transporte. Luego se deben reorganizar las rutas de transporte público y tráfico sobre ejes viales que permitan incrementar la movilidad y bajar los niveles de contaminación, lo cual es la piedra angular –como dice José María Borrero- de la problemática generada por el uso indiscriminado del carro particular. El Plan de Movilidad por mandato de la ley, debe articular los sistemas de movilidad alternativos con la estructura urbana para complementar el sistema de transporte y conectar las zonas de producción, recreación, residenciales y los equipamientos urbanos. En los lugares de mayor convergencia de hombres y mujeres por razones de ubicación de lugares institucionales gubernamentales, deben establecerse zonas de emisiones bajas, para acceso de peatones, ciclistas y vehículos de transporte público de pasajeros con combustibles limpios.

En medio de este contexto, hagamos una mirada a la problemática de movilidad en Cali, que va dejando de ser la celeste delegación para tornarse en un infierno, resultado de la osadía del partido corazón mentiroso de remodelar ese sueño cruzado por un río, como dijera el poeta.

Siguiendo al pie de la letra las recomendaciones del Consenso de Washington, la banca financiera montó un enclave, un sistema de transporte masivo sobre un mercado real de pasajeros, desplazando a los transportistas que consolidaron prueba-error las rutas y micro-rutas para mover a las comunidades sin distingo social, pero llegando hasta los extramuros a recoger a quienes fueron poblando esta ciudad levantada en medio del cruce de caminos. Sin tener en cuenta esta realidad histórica, cometieron un craso error los banqueros, pretenden que la gente llegue hasta sus paraderos y sus articulados buses con sus alimentadores y no al revés como debe ser.

Por ello en la Ladera y el Distrito de Aguablanca, es decir en los extremos occidente y oriente de esta cálida municipalidad, los forjadores del transporte cual orfebres de caminos, garantizan la prestación del servicio y satisfacen a sus comunidades en la materialización del derecho de circulación, en medio de la zozobra que genera el alcalde que repitió gobierno con su soterrado eslogan del vivo bobo, quien haciendo eco al enclave financiero del transporte masivo persigue a los transportistas formales e informales, que lejos de cometer un punible realizan una labor que el mismo Estado no garantiza.

Las comunidades se han unido a los prestatarios de su circulación, acuñando un oportuno y justo eslogan “Hora Cero: por el derecho a la movilidad y el respeto a la comunidad”, poniéndole de presente al médico Guerrero que la voz del pueblo es la voz de Dios.



Disertaciones del Crepúsculo – Armando Palau Aldana


Cali, 10 de Noviembre de 2014.

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