Cali, 27 de mayo de 2024. Por Armando Palau Aldana. Nuestros mayores decían: “no hay cuña que más apriete que la del mismo palo”; la muestra de ello es la poca capacidad de resiliencia de los suelos de Cali, la Sultana del Valle del Cauca, lo cual tiene razones antrópicas más que naturales. Por supuesto, debemos esculcar la gestión de las autoridades ambientales: la septuagenaria C.V.C. promovida por las élites caleñas en tiempos de la dictadura del General Rojas Pinilla.
No le asiste la misma responsabilidad al DAGMA, pues esta apenas debutará treintona el venidero diciembre, además solo tiene competencia dentro del perímetro urbano aunque desde la alcaldía y algunos de los contratistas de esta autoridad local hayan querido erradamente extender su ámbito hasta lo rural incorporándole la UMATA. Su compromiso aunque menor, está direccionado a la nula educación ambiental.
Es claro que los terratenientes vallecaucanos quisieron copiar el modelo de distrito de riego especializado promovido por Roosevelt en los años 30, cristalizado con la Administración del Valle de Tennessee. Desde la C.V.C. acometieron la domesticación del río Cauca, miras al aprovechamiento de su valle geográfico para convertirlo en monocultivo de caña de azúcar, un desierto verde que desecó ingentes humedales madreviejas.
El Director General, que además de llevar 4 años y medio, viene de asesorar al anterior Director (es decir con más de 8 años de responsabilidad institucional), informó que en su primer período: “Desde la Cordillera hasta el litoral se ha realizado la siembra de 7.876.091 árboles, interviniendo predios públicos y privados” indicando que en Cali se han intervenido 267 hectáreas. Vamos a hacerle una escrutadora lectura a estas cifras.
Empecemos por traslapar las 267 hectáreas, que según afirma el Director se han sembrado en Cali, con el área del corregimiento de Golondrinas (1.046), que colinda con los barrios del norte en donde se han presentado las recientes mayores inundaciones, es decir, vendría a ser tan solo la cuarta parte. Del total de árboles dice el funcionario, corresponden 8.085 Has. al Valle del Cauca, es decir, casi 8 veces Golondrinas.
Donde está la relación que nos permita saber la cuantía de dicha reforestación, para determinar la ecuación costo beneficio, así como las evidencias aerofotográficas que nos permitan evidenciar que efectivamente se sembraron los casi 8 millones. Aún estamos a tiempo de determinar dichos indicadores, y es precisamente el Director quien debe aportarlos, por su formación de funcionario abogado (no litigante).
Estando claro que en la zona rural de Cali la autoridad es la C.V.C. (excluido el Parque Farallones), esta emitió un balance de las causas de las inundaciones de lodo en el Norte, afirmando que uno de los 3 factores es la falta de cobertura vegetal. ¿Entonces cual fue el criterio para sembrar (no se sabe adónde) los casi 280 mil árboles? ¿Será que gestión ambiental no conversa con gestión del riesgo? Preguntas elementales de una veeduría.
Quien ha permitido que lánguidos personajes sin imaginación ni talento se perpetúen en cargos tan importantes como la C.V.C., sin duda, la gobernadora, una profana gamonal política que maneja los hilos de la politiquería en nuestra región, directamente hace casi 10 años e indirectamente 22, privada de la libertad al ser investigada judicialmente por lavado de activos. Y por supuesto también sus electores.
Responsables son también las organizaciones ambientales contratistas, que han reelegido durante 20 años al mismo paquidérmico Consejero Directivo en la C.V.C., sin entender que la biodiversidad además de fauna y flora, implica diversidad de pensamiento; así como la Ministra de Ambiente quien se negó a reformar la resolución para prohibir esta reelección en las Corporaciones Autónomas, no obstante que le remitimos el borrador.
Tenemos el deber de promover otra acción popular para remover a estos personajillos por la evidente transgresión del derecho colectivo a la moralidad administrativa, ante las groseras infracciones legales en la reelección y gestión del representante de la más antigua autoridad ambiental de Colombia. Otrora logramos ante el Consejo de Estado revocara al Consejo Directivo la elección de otro turbio Director.
Más temprano que tarde, los chicos malos tararearan el tango Ladrillo (Filiberto y Caruso, 1926): “Ladrillo está en la cárcel… / el barrio lo extraña / Sus dulces serenatas / ya no se oyen más / Los chicos ya no tienen / su amigo querido / Que siempre moneditas / les daba al pasar”.
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