16 de enero de 2023. Por Lucero Martínez Kasab. La psicología desde su creación como ciencia desde 1879 tomando como partida el primer laboratorio de psicología experimental creado por Wilhelm Wundt en Leipzig, Alemania, se fue ramificando en múltiples ramas surgiendo la psicología experimental, del inconsciente, social, educativa, laboral…, etc., hasta abarcar casi todos los campos del comportamiento humano.
En relación con la política, la psicología avanzó considerablemente en la utilización del conocimiento científico para las campañas de publicidad, es decir, como instrumento de dominación de la élite en busca de las mejores formas de persuasión para introducir y fijar en las mentes de los electores determinadas candidaturas, hasta el neuro marketing con sofisticados estudios cerebrales que miden el influjo de los colores dentro de las campañas, la apariencia de los candidatos, la respuesta a determinados problemas sociales, etc. A partir de la I y II Guerras Mundiales los psicólogos interpelados por la barbarie empezaron a estudiar la violencia dentro de la política, sin embargo, esta área no ha avanzado tanto ni se ha difundido con la velocidad y el cubrimiento necesarios para que los seres humanos adviertan a tiempo las catástrofes macro políticas como el genocidio de Israel sobre Palestina; como las ejecuciones extrajudiciales de 6402 jóvenes en Colombia y las masacres de las FARC y los paramilitares por citar algunos ejemplos.
Si esta área de la psicología, el estudio de la barbarie política, no avanza ni se extiende hacia las grandes masas es porque, los medios de comunicación, el dinero para las ciencias, los canales de distribución de las publicaciones están en manos de la élite dominante que se dedica a negocios ilícitos y al saqueo de los países pobres y, lo que menos le interesa es entregarle al pueblo las herramientas sobre todo conceptuales que lo podría conducir a su liberación; de manera que la gente oprimida debe hacer un sobre esfuerzo para acceder a este conocimiento, compartirlo y ponerlo en práctica.
De las herramientas conceptuales más importantes que nos ha entregado la psicología en relación con la política es el concepto de la patología de la normalidad como lo dijera Erich Fromm, que es una persona o un vivir social enfermo nadando en la normalidad de las costumbres. La patología de la normalidad en cabeza de un líder con poder político es la garantía de la destrucción del propio pueblo o de otro. El camino recorrido de un líder patológico, es decir, déspota, sanguinario, cruel inicia, casi siempre, dentro de amplio espectro de conductas normales que el conjunto de personas va asimilando porque, como también lo dijera Erich Fromm en su iluminado libro Psicoanálisis de la sociedad contemporánea la maleabilidad del ser humano es infinita puede vivir como hombre libre y como esclavo; rico y en el lujo, y casi muriéndose de hambre; puede vivir como guerrero, y pacíficamente; como explotador y ladrón, y como miembro de una fraternidad de cooperación y amor , pero, nos aclara este notable psicoanalista alemán, que, ante el despotismo subyugador y explotador, ante el trato denigrante, el ser humano reacciona, eso es incontenible.
El orden político que se conservaba hasta hace unas décadas en el mundo y en Colombia fue creado en tiempos donde los lideres aún poseían un cierto grado de concepción del mundo marcado por ideas integradoras después de la barbarie de la II Guerra Mundial, de ahí nace la ONU que, aunque bajo el dominio de Estados Unidos, su concepción fue ideal como organismo para dirimir las crisis políticas, económicas, sociales, entre los países. Sin embargo, la personalidad despótica de los líderes no se detuvo, continúo dispersándose por el mundo y como los líderes influyen sobre las personas éstas también fueron asimilando el talante, los hábitos, de aquellos, de tal manera que la patología de la normalidad se fue extendiendo: es el individualismo sobre la cooperación; la dominación de los ricos sobre los pobres; la cosificación de las relaciones; hasta llegar al genocidio que hoy comete Israel contra Palestina ante los ojos del mundo entero, el evidente dominio de Estados Unidos sobre la ONU y la escalofriante posición de Alemania, Canadá, Francia de no apoyar la demanda de Sudáfrica contra Israel ante la Corte Penal Internacional por el genocidio de Palestina.
Ante esto los pueblos del mundo han reaccionado, según las palabras de Erich Fromm, como ha reaccionado Sudáfrica contra Israel o Colombia con la elección de Gustavo Petro para detener la patología de la normalidad impuesta por los líderes con graves desajustes psicológicos como Benjamin Netanyahu o el fiscal colombiano. El pueblo reacciona porque conserva la intuición de que, defender la vida de los otros es defender la propia, es la auto conservación que el ser humano defenderá, paradójicamente, incluso con su propia vida: morirá defendiendo a su pueblo como lo hacen los palestinos o como lo hacen los líderes de Derechos Humanos en Colombia y el mundo entero.
En la política se refleja la subjetividad de los líderes y las de los pueblos. La política es absolutamente importante en la vida humana sencillamente porque ella ocasiona o evita el sufrimiento de millones de seres humanos, de pueblos enteros. La política lleva alimentos a la mesa o crea el hambre; proporciona salud o dejar crecer la enfermedad; ayuda a dar techo o deja a la intemperie porque es a través de la política donde se trazan las rutas de acceso a todo lo que puede dar bienestar o sufrimiento a las personas a través de la Constitución, de las leyes, de los decretos. En el día a día a día olvidamos que la política no se hace sola, la hacemos entre todos, pero se la dejamos por mucho tiempo a aquellos líderes con aparente normalidad, sin embargo, hay un cambio significativo en las masas populares, es la concientización de participar activamente en la política local, nacional e internacional porque, el mundo se volvió pequeño a raíz de la Internet y las redes sociales, ya los gobiernos despóticos no tienen dónde esconderse. Los pueblos no van a seguir permitiendo que se desmonten las condiciones que conducían hacia una vida buena, por el contrario, saben que es posible conseguir mejor calidad si los recursos se manejan con la debida transparencia.
Las escuelas políticas de los partidos progresistas son de una importancia vital para entregarle a la gente conceptos valiosos en psicología, filosofía, economía, en reubicar el orden social que lleva a la conservación de la vida que los regímenes despóticos han desvirtuado. Para enseñar que la buena política es aquella que ayuda a contener las fuentes del sufrimiento humano que son los lazos con los demás, la relación con la naturaleza y el vínculo con el cuerpo. Son centros de pensamiento que pueden contrarrestar las investigaciones de la élite neoliberal con el objetivo de influir en los votantes a punta de manipulaciones neurolingüísticas.
En México el partido Movimiento de Regeneración Nacional –MORENA- del presidente Andrés Manuel López Obrador posee una de las mejores escuelas de formación política de América Latina, dictando cursos que forman a sus líderes en los temas antes mencionados, quienes a su vez llevan ese conocimiento al resto del pueblo cercano y lejano, de esta forma, se apunta a un mismo horizonte desde las bases, cohesionando a la gente, juntando fuerzas.
Desde las escuelas de formación política se enseñaría la psicología de los líderes con trastornos de personalidad, el concepto de Erich Fromm sobre la patología de la normalidad; que, muy difícilmente, los déspotas rectifican, por lo tanto, es inútil buscar sus arrepentimientos, entregarlos a la ley, sí, pero no esperar palabras de contrición; es tiempo perdido que se debe usar en el crecimiento de los militantes de los partidos, enseñarles que el mayor propósito humano en la vida es acercarse a la propia felicidad en unión con los seres queridos sin hacerle daño a los demás.
Toma de La Nueva Prensa.
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