7 de noviembre de 2023. Por Marlium Jamir. El novísimo —por no hablar de inexistente o imaginario— Estado de «Israel» se ha empeñado, a la par del genocidio, en una campaña de fabricación y difusión de bulos.
Trampa efectiva contra los observadores desprevenidos de todo el planeta. Hamas degollando niños israelíes, cuya evidencia es tan sólida como la de las armas químicas que, según el gobierno yanqui del Bush, tenía en su poder Sadam Hussein para justificar su invasión a Iraq otrora y que terminó con la desestabilización del país a la vez que asistimos al ahorcamiento del líder.
De esta forma, varios gobernantes, en cabeza del Biden, salieron a condenar la supuesta barbarie de Hamas aún sin una sola imagen de tal aseveración de la que, incluso múltiples medios de comunicación, hicieron estruendoso eco. No obstante, ya lo dijo el filósofo y sociólogo judío, Zygmunt Bauman, en su obra Modernidad y Holocausto: «El Estado judío intentó utilizar los recuerdos trágicos como el certificado de su legitimidad política, como salvoconducto para todas sus actuaciones políticas pasadas y futuras y, sobre todo, como pago por adelantado de todas las injusticias que pudiera cometer».
Hoy, en sus típicas respuestas desproporcionadas, Israel masacra palestinos por cientos y la mayor parte de sus víctimas, tanto en Gaza como en Cisjordania, son mujeres y niños. ¡Mujeres y niños! Estas imágenes —ahora sí reales y, las más de las veces, explícitas— han inundado al mundo entero de tal manera que el planeta entero está al tanto de semejante atrocidad.
Pese a ello, en un gesto de indiferencia, a veces, de indolencia, a veces, e incluso de complicidad, los líderes del mundo —sobre todo del mundo Occidental— han decidido pasar por alto. Heidegger, el filósofo alemán, construyó el concepto de avidez de novedades. A veces pareciera que esa avidez de novedades es responsable en gran medida de que, como humanidad, estemos a la espera de una noticia que eclipse a la anterior mientras seguimos cruzados de brazos.
El concho: Dice Michael Walzer que «la palabra “terrorismo” se utiliza en la mayoría de los casos para describir la violencia revolucionaria. Ésta es una pequeña victoria para los campeones del orden, en cuyas filas, de ningún modo resultan desconocidos los usos del terror».
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