2.10.17

Disertaciones del Crepúsculo ¡Congreso liberal o la Cúspide de la crisis!

1° octubre 2017. Armando Palau Aldana. Luego de mil maromas tramadas durante dos y medio años para incumplir el histórico fallo del Consejo de Estado que condenó a la Dirección Nacional y al Consejo Electoral por violación a la Moralidad Administrativa, Horacio Serpa sacó avante el séptimo congreso liberal, evidente escenario de la crisis del Partido. Para lograrlo se permeó con la venta de humo a un sector de la Corte Constitucional, que liderado por el cuestionado y otrora destituido magistrado liberal Rojas Ríos, tumbó la ponencia del Presidente de esa alta corporación judicial, dos abstenciones, un impedimento y una aclaración, rompiendo el precedente jurisprudencial y dejando sin efecto la providencia del máximo tribunal administrativo, para dictar un fallo sustitutivo que favoreciera la perpetuidad del gamonalismo politiquero en manos por cuarta vez de Cesar Gaviria (sumada la de su hijo Simón), ungido como jefe único y plenipotenciario.
La alianza serpogavirista, ha puesto nuevamente la fría lápida sobre la expresión más progresista de la historia de 170 años de las toldas rojas desde la carta de Ezequiel Rojas, la Constituyente Liberal del 2000 que rememoró la edad de oro de los Liberales Radicales de finales del siglo XIX y el periplo gaitanista de mediados del siglo pasado. Un libertario proceso confeccionado en mesas de pensamiento irreverente desde las capitales de los 32 departamentos y consensuado en el Capitolio Nacional bajo la batuta de Edmundo Lopez, para consolidar unos estatutos consecuentes con la soberanía popular y la democracia participativa consagradas en la Constitución del 91, luego ratificados con el voto directo de dos y medio millones de votos de militantes y simpatizantes, que le permitieron al Partido ser miembro de la Internacional Socialista, construyendo el sendero para la autonomía de las regiones y municipios y apalancando la federalización del liberalismo, como principios rectores consagrados en la plataforma ideológica. Estatutos adulterados por Serpa el 9 de abril de 2002 (agrengándole un artículo más y modificando 84) y utilizados con fines públicos ante el Consejo Electoral en agosto de 2015, lo cual tendrá que explicar ante la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia (en los peores momentos de corrupción del aparato judicial).
Pero este silogismo auténticamente democrático, incomodó al gavirismo neoliberal originado en las toldas del turbayismo que pregonaba "hay que llevar la corrupción a sus justas proporciones". La aceptación de la Dirección Nacional del padre en Colombia del capitalismo salvaje, fué condicionada a la concesión de plenos poderes y facultades para mayor capacidad de maniobrabilidad. 
Aunque el neoliberalismo está proscrito en la plataforma ideologica de la colectividad roja que confeccionamos en el 2000 (cuyo primer zarpazo intentó el exalcalde de Pereira en el tercer congreso de Medellín para derogar la participación democrática estatutaria), ésta contra-reforma fue finalmente cristalizada por el lánguido Rafael Pardo en el congreso del 2011 y avalada por la prostituyente liberal que ungió al hijo de Gaviria en la Dirección Nacional, sabido es por la opinión pública que en comilonas servidas a manteles, se acordó y amangualó entre un puñado de congresistas designar a Gaviria como el máximo gamonal del liberalismo, así lo había anunciado Serpa en reunión del Directorio de Cali en mayo, donde además justificó con cinismo su voto por el incremento del IVA.
Desde el anhelado proceso de modernización y democratización del liberalismo (logrado en ausencia del pereirano líder, mientras fungía como Secretario General en la OEA), la llegada por cuarta vez del gobernante que facilitó la implementación de las Políticas del Consenso de Washington para la mayor privatización estatal, constituye un indiscutible retroceso -acaso olvidamos que en gobierno se promulgó la nefasta Ley 100 que acabó con el derecho a la salud del pueblo colombiano- es una negación de nuevas oportunidades de renovación y es el resurgimiento de la representatividad democrática que se impuso en la Constitución de 1886, época en la que se fulminó el Liberalismo Radical que permitió entre otros logros la fundación de la Universidad Nacional, fue el período más floreciente del otrora Partido del Pueblo.
Bajo el sofisma de discursos veintejulieros que culminaban con una propuesta y en medio de despistados aplausos, se convalidaron los estatutos de Gaviria y su plenipotenciaria jefatura única, así como la aprobación de la consulta de noviembre para escoger el candidato presidencial, sacando del redil a Viviane Morales y Juan Manuel Galán postrados en el mutismo e incorporando a Humberto de la Calle, uno de los tejedores de los diálogos de La Habana con las Farc (otrora ministro de gobierno de Gaviria y del interior de Pastrana), corriendo el riesgo quedar en el camino en medio de la vieja disputa que se revive entre el samperismo y el gavirismo el venidero 19 de noviembre, comicios en los que concurriran el
uribismo y la alianza Verde/Polo/ASI con sus propias consultas.
Gaviria tiene a sus espaldas haber sido elegido cabalgando oportunistamente sobre la asesinada imagen de Luis Carlos Galán y haber conducido las peores derrotas electorales: la de Serpa en el 2006 y la de Pardo en el 2010, así como haber asumido el liderazgo electoral del derrotado en urnas Referendo por la Paz hace un año.
No hubo congreso liberal, sino una concurrencia de utilizados y manoseados militantes que asistieron como peones de brega (por no decir borregos) a legitimar los conciliabulos de los ajedrecistas del poder. ¿A quien engañas abuelo? 
Ante la cúspide de la notoria crisis del liberalismo, plasmada en el impúdico espectáculo congresional de las mangualas, seguiremos ejerciendo con estoicismo la difícil y legitima tarea de veeduría para documentar y denunciar los torrentes de corrupción que carcomen a la dirigencia nacional y regional del Partido, desde el creciente Colectivo Izquierda Liberal, acudiendo a los estrados judiciales con el incidente de nulidad ante la Corte Constitucional como requesito de procedibilidad para acudir a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos exigiendo garantías para el ejercicio de los derechos políticos y de participación en la toma de decisiones de la militancia de base, en la convicción que coincide con Gaitán "No creo que por grandes que sean las cualidades individuales, haya nadie capaz de lograr que sus pasiones, sus pensamientos o determinaciones, sean la pasión, la determinación y el pensamiento del alma colectiva" ¡A la carga!

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