31 mayo 2022. Por Armando Palau Aldana. Los resultados
electorales de la primera vuelta presidencial, para la escogencia del próximo
primer mandatario de la nación colombiana siempre, en la que no se logró que la
mitad de los electores votaran por Gustavo Petro, el único con esa opción en
esta jornada electoral, en la que participó el 55 por ciento de la población
con derecho a votar en una ratificación del histórico abstencionismo, es decir,
corroboraron que solo la tercera parte de la población decide la suerte política
del país. Puse mi granito de arena sumando mi voto a este propósito de transición
liderado por Petro y Francia, para lograr la ruptura de la hegemonía uribista
establecida desde el año 2002 cuando el Hombre de las Tinieblas alcanzó su
primera presidencia al año siguiente de suscrito el Pacto de Ralito en las que
los jefes paramilitares (Mancuso, Jorge 40 y Don Berna) forjaron una perversa
alianza política con 2 gobernadores, 4 alcaldes y 13 congresistas, negociación
en la que se tuvo enterado a Álvaro Uribe, tal como lo confeso el ex
congresistas Miguel de la Espriella (2012), quien sirvió de puente entre
aquellos.
En este
periplo, no obstante que fuera elegido como candidato oficial del uribismo,
Juan Manuel Santos (quien sucedió durante dos períodos consecutivos al
caballista antioqueño en la Casa de Nariño), logro distanciarse de las
orientaciones del pequeño ajedrecista y se la jugó para lograr el armisticio
con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia mediante los Diálogos de La
Habana (lo que le valió el Nobel de la Paz), además de lograr la derogatoria de
la reelección presidencial, finalmente se sumó a través de varias de sus fichas
a la campaña del Pacto Histórico para sacar avante a Petro y Francia (su
fórmula vicepresidencial).
Esta
posibilidad de lograr esta transición presidencial, no contó con las huestes
liberales, la colectividad roja que fue cooptada por Cesar Gaviria desde el
2005 hasta la fecha (contando a Rafel Pardo su protegido y a Simón su
consanguíneo), un pereirano que fue recomendado a Luis Carlos Galán por Julio
Cesar Turbay Ayala para que sirviera de cadena de transmisión entre el inmolado
dirigente del Nuevo Liberalismo en su regreso a las huestes oficialistas
(1987), con los gamonales del trapo rojo, para luego ser el beneficiario
sucesor de Galán tras su asesinato en Soacha (1989), en plena campaña
electoral.
El
liberalismo ha tenido épocas gloriosas después del que se considera su acta
fundacional, el escrito “La razón de mi voto” (1848) de Ezequiel Rojas en su
periódico El Aviso adhiriendo a José Hilario López poniendo de presente el
ideario liberal, Rojas el boyacacuno que ya había hecho parte del complot de la
noche septembrina contra Bolívar (1828), fraguada por Santander quien fuera hallado
culpable, degradado, y condenado a morir fusilado por la espalda por un
Tribunal de Conjurados, cuya pena fue conmutada por el exilio, por el mismo
Libertador.
Los 22 años
del Liberalismo Radical (1863 a 1885), fue la época luminosa de la colectividad
roja, caracterizada por la defensa de los derechos y garantías individuales, como
la inviolabilidad del derecho a la vida y a la propiedad; las libertades
económicas, de cultos, de prensa, y de asociación, el sufragio universal, abolición
de la esclavitud, de la pena de muerte, de la prisión por deudas y el
reclutamiento forzoso, y el reconocimiento de la descentralización de las
municipalidades y las provincias, abogando por un estado federal. Estuvo
fraguado por una doctrina social cercana al socialismo utópico, no como eje
estructurante de su pensamiento y praxis, sino en medio de la larga influencia
del ambiente político de la Revolución Francesa.
Durante los
gobiernos del Liberalismo Radical (Manuel Murillo Toro, Tomás Cipriano de
Mosquera y Santos Acosta Castillo), se fundó la Universidad Nacional, se
fortaleció la navegación a vapor por el río Magdalena, la construcción de vías
ferroviarias para unir a Buenaventura con Bogotá, a Bogotá con Santander, así
como un puerto para comunicar a la capital con el mar Atlántico, sumado a esto
se construyó el telégrafo eléctrico; obras civiles que permitieron el
desarrollo del modelo agroexportador para el tabaco, el añil (tintura para
telas), la quina (fármaco) y café, así como la desamortización de bienes de manos
muertas concentrados en la iglesia católica.
La alianza
entre Caro y Núñez para la promulgación de la Constitución de 1886 que afincó
el centralismo y la concentración del poder y la riqueza en Bogotá, dio al
traste con el olimpo radical del liberalismo, ni siquiera igualado por Alfonso
López Pumarejo a pesar de sus importantes conquistas con la reforma
constitucional de 1936, que trajo el fortalecimiento de los derechos laborales,
la institucionalización de la huelga y por ende el fortalecimiento del sindicalismo,
así como la ley de tierras a través de la consagración de la función social de
la propiedad, el mismo aristócrata que formó una tenaza con Laureano Gómez en
la que sería estrangulado el líder más importante del liberalismo a partir de
los años 30, Jorge Eliecer Gaitán, el mismo que dijo “No creo que por grandes
que sean las cualidades individuales, haya nadie capaz de lograr que sus
pasiones, sus pensamientos o sus determinaciones sean la pasión, la
determinación y el pensamiento del alma colectiva”, juicio que recobra vigencia
respecto del ilustrado Petro, a quienes muchos han cuestionado su egocentrismo
(como ocurrió durante su desempeño como alcalde Bogotá), el que esperamos no le
caracterice durante el ejercicio en la Presidencia de Colombia, la que
alcanzará muy posiblemente en la segunda presidencial.
Sin duda la
mayoría de los 2 millones de votos liberales (un poco más o un poco menos, que
se mantienen desde el año 2000 cuando se logró el aval electora de la reforma
estatutaria del liberalismo), estarían con la derecha, esos sufragios hoy bajo
la hegemónica dirección de Gaviria, facilitada con el concurso de Serpa y
Samper quienes le entregaron el Partido del Pueblo a su regreso de la
Secretaría de la OEA, probablemente estuvieron mayoritariamente con Fico como
lo anunció y determinó el Jefe Único del Liberalismo, por la sencilla razón de
que esa votación está amarrada al clientelismo contractual que se mueve en 2
gobernaciones y 6 alcaldías (entre aval propio y coaliciones), así como 15
Senadores y 33 Representantes a la Cámara, la que cuenta con el teléfono que le
permite a Gaviria abogar por la contratación ministerial de sus gamonales,
mientras que en el Pacto Histórico la fila de aspirantes a esa contratación es
bastante larga, muchos de ellos con el anhelo de poder ejercer su formación
profesional e incluso sus posgrados al servicio del Estado, el mayor
contratante colombiano que tiene por todas partes nóminas paralelas que se
impone a la carrera administrativa. No obstante, debe afirmarse que Gaviria de
equivocó en el cálculo o mejor dicho fue derrotado en esta ocasión electoral
(como pocas veces), dejando a los votantes liberales en la opción de acompañar las
expectativas de cambio en esta segunda vuelta.
Aun así, esta
fue una oportunidad histórica para darle un giro a la historia política
colombiana, contando con una minoritaria parte de la dirigencia liberal, la que
no está conformada propiamente por alfiles contra la corrupción sino al
contrario por clientelistas que quedaron por fuera del mapa electoral, quienes jamás
han instaurado una denuncia penal, una queja disciplinaria o fiscal, pero que
se suben al tren de la victoria. Son sin duda votos necesarios para lograr el
triunfo electoral con el concurso del grueso de la opinión pública que
concurrió al llamado de Petro llenando las más importantes plazas públicas,
gente con el mayor entusiasmo.
Tengo la
convicción que será más fácil derrotar a Rudolf Hitrandez, porque está es la
oportunidad para la juventud especialmente, la que podrá escoger entre un millonario
que confesó que su fortuna asciende a 400 mil millones de pesos (El Tiempo, 26
mayo 2022), ingeniero civil y veterano político de 77 años con su fórmula, una licenciada,
docente y administradora universitaria de 54 años; o entre el más versátil orador
y conocedor de la crítica situación de Colombia, un economista y destacado
político de 62 años con una joven fórmula, una minera artesanal con trayectoria
como empleada del servicio doméstico y formada con gran esfuerzo como abogada
de 40 años, quien emerge de “Los Nadies” (Eduardo Galeano, 1940).
Quienes
padecen con mayor rigor la desigualdad y la pobreza, son precisamente una juventud
que no logra acceder a los claustros universitarios estatales (cada día con
menor capacidad per cápita), que no encuentra opciones laborales profesionales
sino empleo de mano de obra barata, que no logra facilidades y acompañamiento
para emprendimientos novedosos, que ven como hacen parte de los 26 millones de
connacionales pobres o de los 9 millones de compatriotas en estado de pobreza
crítica (DANE, abril 2021), porque padecen que solo el 10 por ciento de los
colombianos concentran el 70 por ciento de la riqueza (Naciones Unidas, Informe
de Desarrollo Humano, 2021), que ven como de las 42 millones de hectáreas, 38
están dedicadas a la ganadería extensiva y solo 4 a la agricultura de pan coger
dejándonos sin seguridad alimentaria (Censo Agropecuario, 2015).
Sabemos que
las posibilidades de que disminuya la franja del abstencionismo son pocas,
porque este segmento de la población distante de relacionamiento laboral o
comercial con el establecimiento estatal por su independencia para sobrevivir,
tiene sus propias y válidas razones para no votar. Sin embargo, la juventud
tiene una oportunidad para ejercer su derecho político y definir en menos de 3
semanas si facilita una opción de transición para darle un timonazo a la
historia del país, porque Rudolf se destaca por su marcado patriarcado, es
decir su machismo, su confesión de vocación de usurero hipotecario y tiene en
remojo en la Fiscalía General de la Nación (en manos del uribismo), una investigación
penal sobre su hijo, también ingeniero civil quien maneja la constructora de la
familia (HG), por firmar un contrato donde cobra una comisión de éxito de 2
millones de dólares dentro de la adjudicación de un contrato de basuras a 10
años por más de 750 mil millones de pesos a la empresa Vitalogic (El Tiempo, 17
septiembre 2019).
Sin duda haber
alcanzado más del 40 por ciento de la votación es una clara percepción
ciudadana de cambio, pero no basta, porque ahora debemos salir a buscar los
votos no en caravanas barriales sino individualmente en la conformación de
listas personales de familiares, vecinos, amigos, compañeros y colegas a la que
demos prioridad al diálogo con nuestra cercana juventud, quienes tienen en sus
manos la posibilidad de ratificar al ganador de esta primera jornada electoral,
porque de lo contrario las alianzas entre los gamonales de los partidos
tradicionales darán al traste con este oportunidad. Porque como dijo Gaitán: “Nos
hallamos apenas en el período inicial de toda revolución: la emoción. Por eso
no somos revolucionarios sino simplemente rebeldes, es decir inconformes”.
Cali, 31 de
mayo de 2022.
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