17 diciembre 2018. Por Armando Palau Aldana: El pasado siete de diciembre se prendió el alumbrado navideño en la Sucursal del Cielo; el luminoso espectáculo se concentra en el Boulevard de la Avenida Colombia o carrera primera iniciando en la calle quinta y culminando en la trece, girando por el Puente España y comprometiendo la Plazoleta del Centro Administrativo Municipal o Plaza de la Independencia (donde otrora se erigía el emblemático Batallón Pichincha), así como la Manzana Prima, esa arborizada zona verde que se conecta con el Paseo Bolívar y bordea al río Cali formando un triángulo que llega hasta la calle quince, incluso la bombillería decembrina pasa hasta la Plazoleta Jairo Varela al frente del CAM.
Toda ese amplio espacio abierto, se ve estrangulado por una lúgubre procesión de vallas metálicas, que sin justificación han sido colocadas restringiendo los derechos constitucionales a circular libremente por el territorio nacional sin ninguna limitación prevista en la ley -establecido también en la Declaración Universal de los Derechos Humanos- en detrimento del deber de la Administración Municipal de velar por la protección de la integridad del espacio público y por su destinación al uso común, el cual prevalece sobre el interés particular.
Igualmente, ocurre que las zonas verdes del separador de la Autopista Suroriental entre las calles cuarenta y cuatro y cincuenta y seis, son una vez más ocupados ilegalmente por la alcaldía para realizar el Rumbódromo, en abierta contravención con el vigente Código de Régimen Político y Municipal, habilitado por el Código de Régimen Municipal y recientes leyes sobre modernización de municipios.
Esta es la antesala a la ocupación de la más importante vía, que permite el ingreso y paso de los vehículos que transitan desde el sur o el norte por la Sultana del Valle hacia o desde los circunvecinos municipios, además del acceso a las grandes clínicas, Materno Infantil y Colombia. Genera muchas dudas el levantamiento de las graderías hace diez días y dos semanas antes de que se aperture la Feria, mientras que su desarme solo se toma un par de días, también abunda gran cantidad de las vallas grises, con las cuales se encarcela el goce y disfrute del espacio público, que además estrechan el trayecto de circulación de vehículos por la exposición de las patas de aquellas sobre la calzada.
Convertir un tramo de doce cuadras de ésta Autopista en un escenario ,va en contravía además del Plan de Ordenamiento Territorial, que no estableció como uso del suelo de esta importante vía la realización de espectáculos. Genera también una transgresión de las normas sobre restricción de ruido. Es decir, una vez más el alcalde de Cali se matricula en los punibles del Código Penal contra la administración pública y no cesaremos en exigir de las autoridades su sanción legal.
Todo esto se hace a través de la Presidenta de Corfecali, la representante legal de ésta entidad mixta, que ha sido controvertida por la Contraloría Municipal porque las gastos y los pocos rendimientos financieros no cuadran. Con sobrada razón, la ciudadanía se pregunta a quien se favorece con estos contratos de alquiler de las vallas, que político de turno (concejal o congresista), es el beneficiario de estos dudosos contratos mediante los cuales se realiza la ilegal ocupación del espacio público.
Quedamos a la espera de las respectivas respuestas. ¡Tanto va el cántaro al agua hasta que por fin de rompe, alcalde Armitage!
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