14 marzo 2018. Por Armando Palau Aldana - Disertaciones del Crepúsculo. Culminaron las justas electorales para la conformación del Congreso de la República, elegido por un poco menos de la mitad de los 36.5 millones de votantes aptos, lo que demuestra la incredulidad en la clase política consolidada en un abstencionismo de 51.2%. El nuevo mapa electoral no tiene mayores variaciones, toda vez que el Centro Democrático, los Partidos de la U, Liberal y Conservador, además de Cambio Radical siguen siendo las fuerzas políticas que dominan el ente encargado de expedir las leyes; mientras que la Alianza Verde, el Polo, la Lista por la Decencia y el Mira son las minorías que comprenden tan solo la quinta parte de la rama legislativa. Por supuesto que la consigna de Gaitán se hace palpitante: el pueblo vota hasta el cierre de elecciones y después sigue votando la registraduría, en consonancia con la de Vargas Vila: ¡El que escruta elige!
Tomando el Senado como referencia, no obstante haber obtenido el movimiento de Uribe la primera votación, perdió una curul y a varios de sus connotados escuderos (Obdulio, Bustamante y Rangel). El Partido de la U tuvo la más aparatosa caída al reducirse en una tercera parte. Los conservadores también descendieron 3 curules, mientras que Cambio Radical creció casi el doble y pasó a las grandes ligas. En cambio, el Partido Liberal, perdió 3 curules en el Senado y lo mismo en la Cámara, sin que importe que haya tenido una leve subida en el guarismo, pues a la hora de aprobar los proyectos de actos legislativos o de leyes, lo que cuenta son las casillas en el Congreso, corroborando el fracaso de Cesar Gaviria en la conducción de la colectividad roja, en donde el 12% voto solo por el partido demostrando su inconformidad con la dirigencia y los rojo desteñido candidatos.
Estos comicios se convierten en una especie de primarias para las venideras elecciones presidenciales, con tan solo 11 semanas de proselitismo por delante, en los que se destacan tres cabezas visibles con opción de triunfo: Germán Vargas e Iván Duque (dos exponentes de la derecha) y Gustavo Petro (izquierda). Un escenario similar a las elecciones del 46, donde Laureano Gómez fraguó la derrota que el conservatismo con Mariano Ospina le propinó al liberalismo, que se fue dividido entre Jorge Eliecer Gaitán (L. Izquierda) y Gabriel Turbay (L. Convivialista).
Es indiscutible que Fajardo y De la Calle, solo cuentan con la opción de formar coalición con Vargas Lleras o con Petro, para inclinar la balanza desde la óptica de la fuerza electoral que poseen en el nuevo Congreso, partiendo desde la idea que es bastante la distancia que les separa del uribismo representado en Duque.
El desempeño histórico de los resultados electorales, indica que las presidenciales siempre arroja mayores votos que las del congreso, es decir, que es la posibilidad de que la franja de opinión participe. Lo cierto es que la juventud mostró con sobradas razones, que sigue siendo indiferente a las contiendas políticas que nada le ofrecen, pues las cifras de desempleo, de falta de acceso a la universidad, de escenarios deportivos, entre otros, hacen que estos conformen el grueso de la población abstencionista.
Es la hora, que un programa de gobierno nacional recoja a la juventud y por supuesto a la niñez, desde la perspectiva de grandes soluciones para resolver los problemas estructurales, económicos, sociales, culturales y políticos que aquejan a nuestra atribulada patria. Una propuesta que recupere la salud y la educación públicas; la promoción y el desarrollo autónomo de las regiones y de la pequeña empresa; la defensa de accesibilidad a los servicios públicos estatales; así como la promoción y acceso a la tecnología, la ciencia y la cultura; al igual que la promoción de la función social y ecológica de la propiedad privada, donde la agricultura garantice la soberanía y seguridad alimentaria en manos de quien trabaja la tierra. Instrumentos indispensables para combatir la corrupción.
Cali, 12 de marzo de 2018.
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