23 enero 2018. Por Armando Palau Aldana. Próximos estamos a dos jornadas electorales: el Congreso de la República y la Presidencia de la Nación, ambas ligadas por un cordón umbilical, pues la determinación de quienes serán los congresistas permite conocer el mapa electoral de la Nación, es decir, la composición de las distintas fuerzas por intermedio de sus partidos y movimientos, así como las organizaciones étnicas que llegaran tanto al Senado como a la Cámara de Representantes por las circunscripciones especiales, un encuesta en tiempo real.
Obligatorio es ocuparnos de esa jarta realidad, pues el ejercicio del derecho que nos asiste a ejercer el control político y a elegir no puede seguir siendo una figura decorativa en la que desdibujamos por omisión la residencia de la soberanía en el pueblo del cual hacemos parte, de donde emerge el poder público con sus ramas ejecutiva, legislativa y judicial. Por supuesto que nos enfrentamos a una perversa lógica del que nunca vota, quien alega que todos los políticos son corruptos y los que no lo son nada logran por ser una minoría casi invisible, agregando que votar por nuevos que pregonan que lucharan contra el espectro fantasmal de la corrupción, es darles la oportunidad de que se vuelvan igualmente corruptos. Veamos el triste panorama:
No obstante que las del Congreso son las primeras elecciones, la opinión pública gira en torno a los candidatos presidenciales con mayores opciones, lo cual sirve para que los grandes medios de comunicación aprovechen para irradiar su discriminación hacia otros que ocupan un espacio importante en la política nacional e incluso tienen mayor relevancia o sencillamente son más conocidos ante la prensa internacional.
De la baraja de candidatos, quien arranca con el casi único o mayor empuje clientelista es Germán Vargas, pues su alianza con Santos para llegar a la Casa de Nariño, fue confeccionada en sigilo con la filigrana de la maquinaria en favor, para que el nieto de expresidente tuviera los instrumentos para recoger a los gamonales de la política por todas las regiones del país, esto es, la entrega de más de medio millón de casas de interés social con todos los acabados y casi gratis, así como la absurda venta de la gallina de los huevos de oro (Isagen, la mayor electrificadora estatal del país), para construir carreteras, puertos y aeropuertos, lo cual habría podido hacerse con los rendimientos de aquella. Las carreteras que Vargas adjudicó todavía se están construyendo, bajo el esquema de la mano dura del insolente nieto consentido, lo cual le gusta a buena parte de este país rezandero, a las familias de más de medio millón de efectivos de las fuerzas armadas y de los retirados, así como a la mayoría de los gamonales, pues son felices reproduciendo el esquema dictatorial al interior de sus empresas electorales, así como el modelo de la monarquía civil conforme la cual son los descendientes consanguíneos los llamados a ocupar las curules que dejan sus padres, en detrimento del fundamental y liberal derecho a la igualdad.
Formando una extraña coalición entre Jorge Enrique Robledo, Claudia López y Sergio Fajardo (el exalcalde de Medellín y exgobernador de Antioquia), fue escogido por registrar los mayores índices en las encuestas entre esa terna, el mismo de quien Carlos Gaviria dijo que era un buen tipo pero muy peligroso pues no tiene ideología, además está siendo investigado por las Contralorías General y Departamental por sobrecostos en la construcción de estaciones de policía, indebida utilización de más de la mitad de ingresos de libre destinación en gastos de funcionamiento, sobrecostos en programas de seguridad alimentaria, la construcción de la mega Biblioteca España hoy paralizada, exorbitantes gastos en publicidad, así como las irregularidades en la adjudicación del Túnel de Toyo.
Por el lado del uribismo se ungió al bogotano-antioqueño Iván Duque, pero se definirá en consulta en marzo con los conservadores Martha Lucía Ramírez y Alejandro Ordoñez (el anterior Inquisidor General), el candidato de esta ala de la derecha, que pretende competirle a Vargas Lleras quien podría ser por intermedio de su partido Cambio Radical el de más curules en el Senado, restándole un par al uribismo.
Otra consulta que definirá el candidato de un sector de la izquierda conformado por Gustavo Petro, Clara López y Carlos Caicedo (a la postre Clara declinó), también se realizará en las venideras elecciones de marzo, a la cual fue invitado Humberto de la Calle, quien desecho con unas tibias declaraciones dicha posibilidad. Este manizalita que fungió como jefe del equipo negociador del gobierno Santos con las FARC, cuenta con una historia en prensa que no es difícil develar: Un mes antes de la última convención del Partido Liberal, De la Calle manifestó que era un liberal a secas pero no un hombre de partido; luego en dicha convención afirmó que nunca había dejado su militancia y que incluso dormía con calzoncillos rojos; un mes después dijo que era ideológicamente un “hombre de centro”, lo cual explica su escogencia para negociar con la guerrilla, pues se requería un hombre de moderada derecha (como resultan ser los del centro), para equiparar las cargas en esas difíciles negociaciones, como lo hizo el gobierno con el ELN al designar al conservador Juan Camilo Restrepo. Es inocultable que De la Calle dejó su militancia liberal cuando renunció como vicepresidente de Samper para robustecer su prestigioso bufete de abogados en el distrito capital. Ahora está rodando por el desfiladero por el que lo ha arrojado Gaviria, este pereirano que después de lograr que Serpa le hiciera transmisión de mando de la dirección liberal, sencillamente le está haciendo el mandado a Vargas, obedeciendo las órdenes del Consenso de Washington y del Club Bilderberg, quienes anunciaron hace dos meses por el The Economist que Vargas debía ser el presidente de los colombianos. Gaviria sometió al candidato liberal a una onerosa consulta que generó una opinión nacional contraria, la cual arrojó la más baja votación de todas las consultas liberales (desde que Luis Carlos Galán para retornar al partido logró con el beneplácito de Turbay Ayala, conquistar este mecanismo por encima del lapicero), luego desajusta la lista para el Senado quitando a Serpa senior quien dejó a su hijo como reemplazo (fiel a la monarquía civil), inscripción impugnada ante el Consejo Electoral conforme a un reciente fallo del Consejo de Estado que dice que no se puede renunciar a una corporación pública para aspirar a otra de distinta jerarquía y que se definirá la segunda semana de febrero (en horabuena, rogamos al arquitecto del universo que así sea). Gaviria también excluyó a otros senadores como el inerte hijo de Galán y la moralista Vivianne Morales, dejando en aguas por lo menos doscientos mil votos que le llevaran al liberalismo a perder unas tres curules en la cámara alta, restándole de contera fuerza a De la Calle en marzo.
Quedan en el escenario muchos más candidatos que la gran prensa ni siquiera menciona, entre los cuales Piedad Córdoba y Jaime Araujo son piezas importantes, la primera porque además de su trayectoria de resistencia y de persecución incluso del ala derecha de su otrora partido liberal, además de una de las primeras facilitadoras de los diálogos de La Habana, fue a la que más firmas le validó y menos le rechazó el Consejo Electoral para inscribirse, así como el brillante Jaime Araujo quien fuera Presidente de la Corte Constitucional respaldado por un sector de la Unión Patriótica, un hombre de claro pensamiento liberal de izquierda.
Así las cosas tenemos el deber moral de sufragar por algunos de estos políticos tradicionales y alternativos o de votar en blanco como una especie de “voto-racumín” para echarle el veneno a esas ratas que se roban anualmente cuarenta billones del presupuesto de la Nación (que es de casi doscientos cincuenta), pues si la votación en blanco llega a ser más de la mitad del total, se deben repetir los comicios (impidiendo a quienes participaron volver a ser candidatos), aunque debería bastar con que fuera la mayor votación simple. ¡A la carga!
Palmira, veintiuno de enero de dos mil dieciocho.
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