5.12.15

Disertaciones del Crepúsculo – Armando Palau Aldana - Embalses y empréstitos bancarios.



Hace veinticinco años celebramos que nuestra Carta Política, sustituyera que de residir en la Nación fuera reconocida la soberanía como esencialmente popular, trecho para formular el anunciado paso de la participación democrática por encima de la democracia representativa, aunque el dicho siga todavía madurando en las acciones de quienes no tragamos entero. A su turno, en el noventa y dos se acordó en Río de Janeiro, que las cuestiones ambientales deben tratarse con amplia participación ciudadana y debe apoyarse la justa lucha de los pueblos contra la contaminación.
Infortunadamente nuestras autoridades ambientales lejos están de esos postulados, ni en la sexagenaria Corporación Autónoma Regional CVC ni en el joven Departamento de Gestión DAGMA (que ni siquiera sus veinte años celebró el Alcalde de Cali), entidades donde no existe ni un conato de participación ciudadana en el manejo del entorno y su oferta de recursos naturales, son agencias estatales donde se trabaja al ritmo de los acontecimientos y se aprovechan las funestas circunstancias generadas por fenómenos como el Cambio Climático, para proyectar onerosas obras civiles y aprestar empréstitos bancarios.
El caso concreto tiene que ver con un proyecto que viene cocinándose desde algún tiempo en las entretelas del poder en la CVC, la construcción de una serie de pequeñas represas, para continuar con la trayectoria de adiestramiento y entorpecimiento de cauces naturales como los ríos Bravo, Anchicayá y Cauca en nuestra región, sumado a la desecación y hurto de extensos humedales por parte del Cartel de los Piromanos Cañicultores para el crecimiento de la frontera azucarera en el extenso y otrora fértil valle aluvial.
No obstante haberse contratado cien mil millones el año pasado (como lo constató la Contraloría General al no fenecer las cuentas de la Corporación Autónoma Regional por manejo irregular del anterior Director con la complacencia del Consejo Directivo), ahora aparece por arte de magia un préstamo de un millón de dólares del Banco Interamericano de Desarrollo, para validar la factibilidad de esas obras grises que opacan la esperada gestión verde, pretendiendo poner en práctica el adagio "cuando el dinero habla la verdad calla", como si las arcas de la entidad regional no pudieren atender ese rubro de tres mil millones de pesos sin necesidad de endeudamiento, sencillamente para proyectar un préstamo de mayor envergadura cuando los estudios por los que competirán casi cuarenta entidades internacionales, arrogen el valor final del varillazo de esos innecesarios e insostenibles embalses.
Para retroalimentarnos de nuestra propia vivencia, el excelso jurista liberal Carlos Gaviria desde la Corte Constitucional, en la magistral providencia T-652 de 1998, sobre la construcción y llenado de la represa Urra I que afectó al pueblo indígena Embera Katío, justipreció: "Las obras civiles de la hidroeléctrica impiden las migraciones de los peces, que aún el traslado de éstos desde un lado a otro de la presa no permitió su reproducción, y que la inundación del embalse impedirá que se reproduzcan los pocos peces que se llevaron a la parte superior de la vertiente, puesto que "para su desarrollo los huevos deben permanecer en movimiento, desde el momento de la fertilización hasta la eclosión de las larvas". "Los embalses, de acuerdo con su tamaño, pueden afectar el clima de la región, aumentar la sismicidad, incrementar la incidencia de algunas enfermedades (especialmente en el trópico), propiciar la desaparición de especies acuáticas o el establecimiento de otras nuevas, y desde el punto de vista humano, cambiar toda la estructura social y económica de una región". "La represa también alterará las condiciones climáticas de la región en que habitan los Embera, aumentando la humedad promedio del aire, y convirtiendo las aguas represadas en un medio ideal para la reproducción óptima de múltiples factores patógenos".
En uno de sus escritos el caleño Juan Marchant, veterano arquitecto urbanista (Magíster en ordenamiento urbano en Yale), uno de los artífices del primer Plan Maestro de Acueducto y Alcantarrillado de la Sucursal del Cielo en el sesenta y nueve, nos precisa como el río Cauca sigue teniendo capacidad para ser nuestro principal proveedor por otro lapso de tiempo considerable, lo cual corrobora la ingeniera sanitaria PhD Inés Restrepo del Instituto Cinara de la Universidad del Valle, quien certifica que el Cauca en los períodos más críticos lleva cuarenta metros cúbicos por segundo y en Cali nos basta con ocho. Ambos coinciden que el generador de los problemas es el Canal CVC Sur que cortó los ríos Cañaveralejo, Meléndez y Lilí para la desecación del Distrito de Riego de Aguablanca (y favorecer a otro de los potentados de la caña de azúcar, Jorge Garcés), que entrega residuales colmatadas de contaminación aguas arriba de la bocatoma de Puerto Mallarino que calma la sed a las y los caleños.
Es pobre el argumento de la CVC, que pretende justificar que al salir el agua turbinada saldrá oxigenada y limpia, basta con anteponer el adagio chino "el agua demasiado pura no tiene peces", como para pensar que las susodichas represas nos resolverán los problemas del río Cauca. Las Empresas Municipales de Cali y la CVC deben acometer la construcción de una Planta de Tratamiento de Aguas Residuales que remedie la alta carga orgánica y por ende su alta demanda bioquímica de oxígeno, a la salida del Canal CVC Sur, pero el origen y labor principal es el control de los efluentes que lo contaminan, es decir el ejercicio de la autoridad ambiental y una efectiva educación.
Por todo esto, desde el Círculo de Pensamiento Ambiental, con el concurso de ambientalistas como José María Borrero Navia y su CELA, las Fundaciones Castro Herrán, Agua y Paz y Asdima, y el Comité Ambiental de la Comuna Veinte, le estamos exigiendo al Director de la CVC la realización de una Audiencia Pública Ambiental dónde se debata si es realmente necesario ese soterrado endeudamiento con el BID para los embalses, lo que nos recuerda de André Maurois "Todo deseo estancado es un veneno".

Armando Palau Aldana, treinta de Noviembre de dos mil quince.

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