miércoles, 26 de abril de 2023

Principio de Humani_dad


26 de abril de 2023. Por Luis Alberto Díaz Martínez. Relativamente sola en la Tierra, por ser la única en tener una conciencia plena de su existencia, la humanidad con su legado de capacidades creadoras no ha tenido alternativa distinta a la de transformar y usufructuar su entorno.

En cada momento y lugar, desde los tiempos inmemoriales de su origen, nuestra especie no ha cesado de identificar y apropiarse de cuanto le rodea, con el fin de convertirlo de inmediato en motivo de satisfacción para sus necesidades básicas y de toda índole. 

Por eso, a pesar de las circunstancias y las contingencias, cada etnia se ha dedicado a crear una cultura, una manera de asumir al mundo, de interrelacionarse con él, de representárselo para entenderlo, integrarlo y volverlo a crear, para recrearse con él e incluso llegar al extremo indeseable de irrespetarlo, por lo tanto de agredirlo y destruirlo, como no ha dejado de ocurrir en contra del medio ambiente al depredarlo sin medir sus consecuencias irreversibles y fatales.

Y para ello el ser humano se ha valido, por supuesto, de su sensibilidad, instinto, inteligencia, imaginación y espiritualidad, es decir, de cuanto aparentemente lo hace privilegiado, para elaborar sus metas, razones, herramientas, estructuras, sistemas, procesos, artefactos, controles y toda suerte de ayudas para evolucionar en su enfrentamiento con lo desconocido y enigmático, pero sobre todo con el dilema universal de la vida y la muerte junto a sus derivaciones.

De donde, según lo comprueba la memoria y los diversos registros de la historia, inevitablemente se llega a una ejecución, un desempeño y unos resultados que determinan la continuidad o supervivencia, y por lo tanto la proclama de una supuesta superioridad avalada con el poder y la acumulación de riqueza arrogante e inútil. Además, del reclamo a constituirse en patrón o modelo del gregarismo y la novelería, con el presumible menoscabo y detrimento de quienes no han alcanzado sus empeños o acertado todavía en sus esfuerzos, como bien lo comprueban las incontables civilizaciones desaparecidas.

Sin embargo, es preciso reconocer que a pesar de la parafernalia de hallazgos, logros y realizaciones que ha supuesto la cosmología, la mitología, la religión, la ideología, la tecnología, la ciencia, el arte y la cultura, hasta los fetichismos modernistas y excluyentes de la imagen, el éxito y sus liturgias consumistas del «time-is-money», «ricos, bellos y famosos», y «más alto, más rápido y más lejos», la humanidad es mucho menos que eso, pero qué tanto.

Porque detrás de todo ese despliegue de aparato y rutilancia, al final de todas las exhibiciones y galardones en la feria mundial de las vanidades, o a la vuelta de la esquina de la tragedia y el absurdo de la destrucción, siempre nos encontraremos con un sujeto íngrimo, de carne y hueso, de sudor, risa y lágrimas, como usted, yo o cualquiera, el que quiera. Y usted, yo o cualquiera, también somos la humanidad.

Mejor dicho, la humanidad siempre comienza por un individuo desnudo frente al espejo de su conciencia. Es allí, de cara a nuestros hechos vacuos y trascendentes, despojados de los ornamentos y las prótesis de la apariencia, sin pertenencias ni aderezos o distinciones de ninguna laya, apenas dotados con lo que de verdad somos (solo somos lo que sabemos y hacemos), donde nos revelamos de cuerpo entero y se dirime nuestra esencia.

¿Qué sentido, pues, tienen los anhelados, manoseados y trascendentales valores universales del amor, la armonía, la paz, la felicidad, los derechos humanos... si usted, yo o cualquier persona, en su fuero más íntimo tiene que valerse de alguna de la múltiples formas de la mentira, el engaño, el irrespeto, la agresión, el expolio, la malevolencia, la discriminación, el desafuero, la violencia y la destrucción, para sentirse o creerse únicos y más o mejores que los demás, e incluso «los buenos», «las buenas conciencias» o “biempensantes”, «la gente de bien» o «de buena familia», casi que «pueblo escogido» o de «destino manifiesto»?

El Principio de Humani_dad, es solo eso, generosi_dad, a pesar de nuestra marrullería y atorrancia de vivos bobos. Humani_dad es apenas dar lo que eres (sabes y haces), siempre y a quien sea, sin reticencias. Apenas eso. Lo demás es tan solo artificio, sucedáneo y desecho; no vale la pena, ninguna pena.

Así, la evolución equilibrada de la humanidad solo puede darse cuando, tú, yo, quienquiera, nos regimos por el Principio de Humani_dad que es la vida misma, si la asimilamos bien. Con todo.

Adenda: Solo tenemos la Vida y nuestra Consciencia de Humani_dad. Disfrutémoslas al máximo con lo que Somos, o sea con lo que Sabemos y Hacemos, y en continuo aprendizaje de conocimiento, comprensión, convivencia y equi_dad. LADM.

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