viernes, 18 de marzo de 2022

Crítica y Pensamiento Ambiental - Facebook Live


14 marzo 2022.  https://www.facebook.com/110684931294239/videos/1125784114887161/  -

Debe Petro hacer alianzas con Cesar Gaviria? ... Qué opina? - 

Análisis de los resultados de la jornada electoral del pasado 13 de marzo, con la participación de Samuel Castro.

miércoles, 16 de marzo de 2022

Crítica y Pensamiento Ambiental - Facebook Live


28 febrero 2022. https://fb.watch/bNdh8u_gHq/ - 
Implicaciones económicas del conflicto en Ucrania - 
Exhaustivo análisis del conflicto armado con el catedrático e investigador Daniel Libreros.



martes, 15 de marzo de 2022

Disenso Político – Disertaciones del Crepúsculo

14 febrero 2022. Por Armando Palau Aldana. Se afirma que las redes interpersonales o sociales, son un sendero de vínculos e interacciones que facilitan la articulación de conexiones e intercambios y la militancia política que fomenta la canalización de identidades colectivas. También son oportunidades para transitar diversos canales de opinión y el ejercicio del disenso como una herramienta de la autonomía personal, como expresión del libre desarrollo de la personalidad y particularmente la exposición de la crítica como caldero de la creación de ideas.

En el deplorable decurso de la gobernabilidad y de los escenarios políticos previos a las jornadas electorales, hemos visto a Petro como una opción de cambio, la fluidez de su discurso y particularmente su valerosa trayectoria de denuncia de distintas facetas de la corrupción, entre las que se cuenta el paramilitarismo, nos hacen mirar con optimismo ejercer nuestro derecho político para elegirlo, en el entendido de constituir una posibilidad de transición hacia una gobernanza incluyente en la medida en que rompe y se distancia con los partidos y movimientos que cargan con el peso de cogobernar con una inveterada exclusión de las mayorías y la consolidación de beneficios ciertos para unas minorías, acrecentando la crisis social y dificultando el acceso a necesidades esenciales de salud, educación, seguridad alimentaria, hábitat, protección de ecosistemas, empleabilidad, emprendimiento y otros renglones más de bienestar general, cuya crítica situación se expresa con la innegable realidad de empobrecimiento del grueso de la población colombiana.

Esta favorable opinión hacia esta opción electoral, con una visión que se forma en el día a día de las campañas, entendiendo la posibilidad de un pacto como una opción de alianzas en el derrotero de una táctica, no puede en ninguna circunstancia llevarnos a omitir llamar la atención sobre movimientos fallidos y erráticos que se van consolidando en el trayecto de una percepción pública de favoritismo, como aquellos del generoso ofrecimiento de que no habrá persecución contra Álvaro Uribe, porque esa no es la función de un deseado gobierno nacional, que por el contrario tiene el deber de poner en conocimiento de las autoridades competentes y de la opinión pública aquellos hallazgos que con ocasión del acceso a información privilegiada desde el nivel central pueda evidenciar, pues recuerda la frase que libera de responsabilidad y genera solidaridad de cuerpo de “gobernar sin espejo retrovisor”, ello por supuesto es inaceptable.

Tampoco puede ser de recibo, corroborar en un reportaje el anunciado deseo de contar anticipadamente con el beneplácito de Cesar Gaviria como jefe de una cuadrilla de politiqueros que se denominan liberales para avanzar hacia el triunfo en las urnas y menos como la posibilidad de hacer los ajustes a la agenda progresista de gobierno petrista. Basta con traer a colación unos pocos referentes para validarlo. Con su efectiva capacidad de maquinación, Julio Cesar Turbay Ayala (quien institucionalizó como frase lapidaria “Es necesario bajar la corrupción a sus justas proporciones”), fungiendo como jefe único de esa colectividad roja facilitó el retorno de Luis Carlos Galán a las toldas liberales garantizándole el declive de la convención para escoger el candidato liberal a cambio de implementar la consulta abierta que reclamaba aquel. En este trance de retorno Turbay recomendó a Galán, valerse de Gaviria como asesor de alto nivel para llegar a los sectarios gamonales del partido y fluir en su campaña presidencial, como en efecto lo hizo.

El liberalismo logró un proceso de modernización estatutaria entre los años 1998 y 2004 que permitió, precisamente durante la ausencia de Gaviria mientras se ocupaba como Secretario de la OEA, pero este dio al traste con esas conquistas al retornar a la Dirección Liberal con el ofrecimiento y facilitación de Ernesto Samper y Horacio Serpa, donde demostró una vez más ser discípulo del turbayismo dotado de una efectiva capacidad de intriga política, dirigiendo durante casi dos décadas un partido contrariando su plataforma ideológica, fue capaz de aniquilar nuestra ingenuidad en la militancia de la izquierda liberal nacida del ideario gaitanista. Gaviria es el responsable del apalancamiento de la apertura económica que desarrollo la privatización de buena parte de las empresas estatales y fortaleció el capitalismo salvaje que afincó el empobrecimiento de amplios sectores de la población colombiana. Gaviria es la demostración de que aquellos que a nombre de esa colectividad electoral continúan en el congreso y en las demás corporaciones públicas, son expertos caballistas del clientelismo.

Por ello ese coqueteo petrista, no solo tampoco puede ser de recibo, sino que entraña un error que puede traer efectos devastadores en su exitosa campaña. No podemos seguir amparados en el adagio de que errar es de humanos y que para aliviarlo existe el perdón cristiano. Así las cosas, probable y tristemente en adelante no tengamos el entusiasmo de afirmar que votaremos por el mejor de los candidatos, sino por el menos malo. De ahí se desprende la vigencia del pensamiento de Nietzsche: “En determinadas circunstancias, una vegetación semejante de árboles venenosos, nacida en la putrefacción, continúa envenenando la vida con sus exhalaciones durante milenios”.

La debilitada democracia – Disertaciones del Crepúsculo


13 enero 2022. Por Armando Palau Aldana. Thomas Piketty, uno de los contemporáneos pensadores sobre política y economía, formuló una pregunta sobre la que se han escrito varios ensayos: ¿Podrán seguir coexistiendo en el futuro próximo el nuevo capitalismo, que acelera la producción de una fábrica global de desigualdades, con la vieja democracia, que se resguarda en ideales y derechos igualitarios? Esta inquietud tuvo un mayor reto en la Constituyente del 91, cuando se argumentó que era necesario dotar al pueblo de una participación democrática que legitimara en sí mismo ser depositaria de la soberanía como epicentro del poder público, para superar el ejercicio de la representación como eje articulador de la democracia, un supuesto teórico que fue descollado por la inclemente y corrupta realidad de la representatividad democrática, que en la historia política de nuestra república inicia en los tiempos de la patria boba con colegios electorales elegidos indirectamente por letrados y terratenientes con exclusión de las mujeres, los campesinos, los jornaleros y los artesanos, en jornadas electorales en las que se votaba a viva voz.

En las últimas décadas, se ha fortalecido la elección a la presidencia y a las corporaciones públicas a través del triunfo obtenido por las mayorías simples, en procesos electorales en los que a duras penas participan un poco menos o un poco más de la mitad de los electores, que en sí mismo representan las dos terceras partes de nuestra población colombiana, primando el abstencionismo. Incluso se viene trabajando sobre la necesidad de fortalecer el derecho de las minorías que participan en esos debates electorales, en desarrollo del derecho a disentir de ascendencia liberal.

En esta dinámica se destacan tres bloques que se disputan la formación del mapa político en el nivel legislativo: la Coalición de la Esperanza que pretende ocupar el centro (una derecha moderada), el Equipo por Colombia afín al conservatismo y al uribismo que se coloca en la derecha, y el Pacto Histórico que representa para muchos la izquierda democrática en alianza con sectores de la política tradicional que se distancia de las primeras por enarbolar la posibilidad de un cambio en las costumbres políticas y en las ejecutorias gubernamentales como un proceso de transición, segmento que desde la franja de la opinión pública acojo, sin que por ello deba dejar de ejercer el libre ejercicio de la crítica como libre pensador.

A Mao el pensador y líder de la revolución cultural en el país del lejano oriente, se le atribuye la fórmula de combinación de todas las formas de lucha para alcanzar el poder, lo que habría podido conjugarse en la conformación de las listas para el Senado y Cámara, combinando para la primera la “cerrada” y la “abierta” para la segunda, con el estratégico propósito de buscar consensos y opinión en lo nacional, mientras que en las regiones se hacía indispensable el ejercicio de la militancia y sus simpatizantes para reconocer la importancia de la dinámica territorial de los movimientos políticos y las organizaciones sociales como herramienta para el proselitismo y la campaña.

Pero infortunadamente fueron acallados los impulsos de autonomía de los territorios dejando malestar por todas las regiones de nuestro atribulado país; mediante una cierta socarronería, una excluyente fórmula de colegio electoral fue conformado con el beneplácito de los voceros aliados del Pacto Histórico, y el uso de la designación a dedo para la conformación de las listas cerradas en ambos ámbitos prevaleció, ocasionando desde ya que no habrá una cadena de transmisión en las votaciones entre el Senado y la Cámara, toda vez que los guarismos serán inferiores en las regiones respecto de la votación nacional. Por supuesto, aquellas candidaturas cabeza de lista que simbolizan el soterrado oportunismo que pretende representar y llevar la vocería de sectores a los que no pertenecen, en cambio de la vigorosa militancia, no tendrán la acogida proyectada por el pírrico club electoral, cuyo puñado de integrantes en otra estocada a la democracia demostró la vigencia de la máxima de Oscar Wilde en su Balada de la cárcel de Reading: “Todos matamos lo que amamos, mata el valiente con una espada y el cobarde con una mirada de doblez almibarada”.