lunes, 9 de febrero de 2015

Resistencia Liberal - Contra el Colegio Electoral de Delegados de los Congresistas Liberales.



Una de las mayores conquistas del liberalismo es el sufragio universal, la defensa por el ejercicio de la autonomía personal y la expresión del libre desarrollo de la personalidad. Nuestro compromiso con el ejercicio del voto directo está consignado en la carta de Ezequiel Rojas en mil ochocientos cuarenta y ocho, donde explica las razones de su voto, lo cual aceptamos propios y extraños como la partida de bautismo del Partido Liberal en Colombia, después de importantes antecedentes liderados por Bolívar y Nariño como voceros de la libertad y de los libre pensadores. En la famosa Carta de Jamaica de mil ochocientos quince, Bolívar escribió “Los estados son esclavos por la naturaleza de su constitución o por el abuso de ella. Luego un pueblo es esclavo cuando el gobierno, por su esencia o por sus vicios, holla y usurpa los derechos del ciudadano o súbdito”.

Desde el año mil ochocientos diez y durante cuarenta años, los congresistas fueron elegidos por colegios electorales, salvo el veranillo de cincuenta y tres hasta el cincuenta y nueve en el siglo diecinueve en la autonomía de algunos estados federales. En efecto el liberalismo logró que en la Reforma Constitución de mil novecientos treinta y seis de alto contenido dogmático liderada por López Pumarejo, se pasara del voto representativo al voto directo. Luego y bajo la presidencia colegiada del compañero Horacio, el liberalismo lideró en la Asamblea Constituyente del noventa y uno, el paso de la democracia representativa a la participación democrática.

Francis Fukuyama al escribir en mil novecientos ochenta y nueve “El fin de la Historia y el último hombre”, indicó que la lucha por el reconocimiento es nada menos que el motor mismo de la historia.

El memorable Programa del Partido Liberal de 1935 consigno: “Es canon fundamental del partido el respeto a la opinión nacional libre y auténticamente expresada por medio del sufragio”.

Cuando el Nuevo Liberalismo retornó al Partido en mil novecientos ochenta y nueve, Luis Carlos Galán afirmó que una de las razones de la separación de su colectividad en el ochenta fue la llamada “patología de la democracia”, precisando en esa ocasión “Si un partido político no tiene una vida democrática interna jamás podrá constituir para una nación una verdadera democracia”.

La Plataforma Ideológica que confeccionamos en la Constituyente Liberal del dos mil, que aprobó un par de años después dos millones y medio de votos el pueblo liberal, dispuso que el Liberalismo reitera su convicción de que la autonomía regional y local favorecen la democracia y garantizan la unidad, por ello profundizará el proceso de democratización interna bajo la egida del libre examen, la crítica y la autocrítica, materializadas en el derecho a disentir. El derecho a elegir y ser elegido además de ser uno de los preceptos fundamentales de la ciudadanía, en la contra-reforma estatutaria liderada por Rafael Pardo y Cesar Gaviria que nos rige, está consagrado también como uno de los derechos esenciales de la militancia del Partido Liberal.

Hace seis años, durante el Festival de Literatura de Berlín, la conocida activista india Arundhati leyó el ensayo “La Endeble Luz de la Democracia” y preguntó ¿Hay vida después de la democracia? ¿Qué tipo de vida será? Cuando hablaba de democracia no se refería a un ideal o una inspiración, sino al modelo existente, es decir, la democracia liberal occidental y las variantes que tenemos.

Hace cuatro años exigimos al Directorio Liberal Municipal de Cali, al cual fuimos elegidos en Octubre del dos mil nueve, la realización de la Asamblea Municipal estatutaria y se nos contestó con dientes destemplados. En este año, el día de Reyes Magos presenté una petición de cumplimiento argumentando que la Resolución treinta y uno treinta y siete designó como “Dirección Nacional del Partido Liberal Colombiano” a Horacio Serpa y a Fabio Amín y está conformó posteriormente la “Codirección Nacional Adjunta para Asuntos Políticos” que forman diez congresistas entre ellos el Senador Edinson Delgado, por tanto la revocatoria de los directorios municipales y departamentales está viciada por una nulidad procesal, toda vez que fue emitida además por los diez copartidarios carentes de jurisdicción y competencia. También la vigente Contra-reforma Estatutaria reza en su décimo artículo al imponer la democracia participativa, que los mecanismos de participación y control del Partido Liberal son: La Consulta interna o popular, la Consulta programática o temática, la Elección popular de directorios territoriales y la Revocatoria de las Directivas del Partido, en ninguna parte están consagrados los Colegios Electorales una figura de la representatividad que nació en la edad media y que rigió los primeros años de nuestra patria boba en los principios del siglo diecinueve.

Argumentar que los congresistas liberales mal llamados parlamentarios son los depositarios de la voluntad del pueblo liberal, es retornar a la peor y más recalcitrante parlamentarización del Partido del Pueblo, es retroceder ciento veinte años a la Constitución de Núñez. En las elecciones de Congreso del dos mil diez fuimos la tercera votación y en las siguientes del dos mil catorce la cuarta, el liberalismo alcanzó los mismos millón setecientos mil votos, es decir, no creció en ese cuatrienio y eso que teníamos cinco ministerios; si no es por la copiosa votación del compañero Serpa que le colocó casi el diez por ciento habríamos disminuido el guarismo. En cambio en las elecciones territoriales del dos mil once la colectividad roja fue la primera expresión en todo el país, para alcaldías alcanzamos dos millones seiscientos setenta mil votos, en Cali colocamos cincuenta mil votos, diez por el Partido, dieciséis los dos concejales electos y veinticuatro mil los diecinueve peones de brega que como los suscritos empujamos la lista para que alcanzara el umbral, entre los hombres y mujeres que aspiraron a las Juntas Administradoras Locales conseguimos treinta y tres mil votos. La inevitable e irrefutable conclusión es que las bases disienten de sus dirigentes y expresan una mayor y contundente fuerza política.

Uno de los contextos que han fracturado la construcción del pensamiento liberal, es el arribo de quienes antes no fueron liberales o el retorno de los fueron a lucrarse a otros partidos y movimientos, como los copartidarios Rafael Pardo y Simón Gaviria que impusieron la contra-reforma estatutaria o nuestro Senador Edison Delgado proviniendo de la U y los otros Congresistas, quienes desde la Codirección Adjunta de Asuntos Políticos, le ganaron en la propuesta de Horacio Serpa de convocar a elecciones de Directorios Departamentales y Municipales.

Esta fractura se corrobora con la actuación de la bancada liberal en el Congreso de la República, apoyando una reforma tributaria que lesionan a los sectores populares y a la clase media o la reforma a la salud, así como las bancada en el Concejo de Cali que aprobaron a ojo cerrado la reforma al P.O.T. en detrimento de la prevalencia del interés general. Tenemos unos congresistas liberales, que siguen el modelo de monarquía civil, que promocionan a sus hijos para que lleguen a las corporaciones públicas porque solo confían en ellos y no en sus copartidarios que como dijo Darío Echandía “P’a godos los liberales”. Incluso, cuando logramos en la lucha contra la corrupción estatal que el Consejo de Estado ordenara remover al Director de la C.V.C., no contamos con la mínima solidaridad de la dirigencia liberal.

Si sobre el manido argumento que el liberalismo tiene la enorme posibilidad de alcanzar después de veintiséis años la Alcaldía de Cali, vamos a pasar por encima de las bases liberales, con odiosas e inaceptables expresiones de exclusión y discriminación de los dirigentes que aspiramos al Concejo y a las J.A.L., con quienes los Congresistas no tuvieron la cortesía de invitarnos formalmente a esta obsoleta figura del Colegio Electoral de Congresistas, debemos decirles que de pronto las expectativas se cambien y perdamos la posibilidad de llegar a la primera magistratura de la Sucursal del Cielo y de contera los pasados cuatrocientos cincuenta mil votos se proyecten y lleguemos al Palacio de San Francisco, y en virtud de haber sido excluidos la Resistencia Liberal y el Pueblo Liberal Caleño quede en libertad de elegir un alcalde que no sea precisamente de nuestro partido.

En consecuencia, exigimos el cumplimiento de la Plataforma Ideológica y de la Contra-reforma Estatutaria, para que este Colegio Electoral defina la fecha y se realicen las elecciones directas de los Directorios Municipales y del Directorio Departamental, y en esas asambleas territoriales se definan las reglas para la escogencia de los candidatos a alcaldías y gobernación.

Armando Palau, Alvaro Jurado, Carlos Muñoz, Jorge E. Carvajal, Freddy Arango y Enrique Rebellón.

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