martes, 13 de junio de 2017

Disertaciones del Crepúsculo – El espejismo de la dirigencia liberal

13 junio 2017. Armando Palau Aldana. En esta disertación, no me refiero a la ilusión óptica que ocasiona la abstracción de la luz al deambular por las densas encrucijadas del aire, semejando la cercanía e inversión del lejano horizonte, sino a los malabares de la dirigencia liberal hoy en manos del veterano Horacio Serpa, que en su visita por Cali la semana pasada, fungió con la sobrada experiencia de prestidigitador de la palabra en la reunión de liberales que organizó Jorge Homero en nombre del Directorio Departamental.
Con esa retórica con la que pretende semejar patriarca, abordó el temario de inquietudes de los dirigentes regionales, parafraseando falacias argumentativas para abordar su justificación de las listas cerradas, saltando a la pobre defensa de su voto al inequitativo incremento del impuesto a la clase media en la última reforma tributaria, pasando por su deseo de retornar al Senado, evidenciando sus contradicciones ideológicas al proponer como próximo director nacional del antiguo partido al neoliberal Cesar Gaviria, llegando hasta la burlona diatriba de justificación de adulteración de los estatutos liberales.
No me anima el propósito de causar una ofensa, sino de llamar las cosas por su nombre, como lo hizo Ezequiel Rojas en "La razón de mi voto” escrita hace diecisiete décadas y tomada como acta fundacional del liberalismo, cuando afirmó que los libre pensadores quieren que los derechos individuales y sus garantías sean realidades y no engañosas promesas, porque quienes ejercen los poderes públicos pueden hacer impunemente cuanto quieran, porque cuando la voluntad de la ley es sustituida impunemente por la voluntad de los encargados de su cumplimiento, hay un absolutismo, y porque conferir destinos en recompensa de servicios personales para premiar un voto en favor de alguna persona o dado en alguna cuestión, es desmoralizar la sociedad y es un crimen. Basta entonces con responderle al director de facto del liberalismo (como lo denomina el Tribunal de Garantías), con la Carta de Ezequiel Rojas, para desnudar su verdadera imagen y propósitos.
Ante el sofisma de distracción de justificar aumento del IVA, basta con citar dos columnas de opinión de Eduardo Sarmiento (nuestro más progresista economista liberal), al explicar que se ha configurado una estructura que sustituye los gravámenes directos (los que tienen más pagan más), por los indirectos (los que tienen menos pagan más), se elimina la progresividad del patrimonio y del ingreso a las personas jurídicas y se eleva la carga tributaria del trabajo con relación al capital. La típica reforma tributaria que sacrifica la equidad fiscal para ampliar el recaudo y sostener la rentabilidad del capital; pues se creyó que el deterioro de la economía era un problema financiero menor que se podía arreglar con una devaluación masiva, alza en las tasas de interés y reforma tributaria basada en la elevación del IVA. El remedio resultó peor que la enfermedad. La economía quedó abocada a un proceso que le puede significar varios años de atraso y estancamiento.
En relación con la inconsulta defensa de la lista cerrada, la respuesta va amarrada a la postulación de Gaviria para que por tercera vez, rompa los principios establecidos en la declaración ideológica que aprobamos en la constituyente liberal del dos mil. Esta es la prueba incontrovertible del peor indicador de crisis del partido, que más se parece al excluyente y dogmático Opus Dei, que a una colectividad comprometida en trabajar por resolver los problemas estructurales económicos, sociales, culturales y políticos, nacionales y regionales, mediante la intervención del Estado.
Ante el tema estatutario que Serpa pretende escabullir como una golondrina, esta probatoriamente documentada la tergiversación y adulteración de sesenta y ocho artículos entre los que se destacan: haberle asignado a la Dirección Nacional la potestad de elegir por ausencia al secretario general, los tribunales de garantías y disciplinario, el veedor y el revisor fiscal del partido; desconocer la autonomía de los directorios territoriales en la expedición de avales; imponer el derecho de los congresistas a postulación de candidatos; así como la inclusión de un artículo adicional facultando a la Dirección a dictar las normas estatutarias que considere necesarias. Es decir, se burló la voluntad de la constituyente con unos falsificados estatutos que el mismo Serpa promulgó en abril del dos mil dos, razón por la cual estamos acudiendo ante los estrados judiciales, en virtud además del cómplice silencio de los funcionarios que al interior del Partido debieron resolver una acción estatutaria.
Para rematar, traigo a colación las palabras de Gaitán: Que cada uno construya su plan, su concepción del Estado y ardientemente luche por esa transformación. Pero que no se trate de seguirnos engañando porque nuestra patria se merece algo mejor a este panorama absurdo e intolerable que nos imponen todos los días.

0 comentarios:

Publicar un comentario